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El protagonismo político de las ciudades no es un invento de politólogos, es la consecuencia de la aceleración de la dinámica territorial que a lo largo de todo el siglo XX y lo que va del actual ha ido concentrando en las áreas urbanas actividades económicas, capacidad de decisión, infraestructura, oferta de servicios avanzados y tramas relacionales.
En ese marco, ciudades como Chillán, Chillán Viejo y San Carlos son áreas donde evidentemente el proceso es más intenso, disparejo e imperfecto. Por esa razón, constituyen un desafío mayor construir en ellas entornos urbanos en los que la materialización de los factores que empujan al alza los indicadores de calidad de vida no sea una declamación vacía o un horizonte utópico, sino la agenda de trabajo de sus autoridades y de la sociedad civil.
Para objetivar esa visión, un instrumento que puede ser muy útil son los indicadores, sobre todo aquellos que provienen de mediciones bien realizadas, como el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) que realizan cada año la Cámara Chilena de la Construcción y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la PUC y que en su última entrega, en septiembre pasado, reveló que Chillán -que venía de estar en un nivel Medio Alto en el informe del año 2022- descendió al nivel Medio Bajo. En tanto, Chillán Viejo y San Carlos se mantuvieron en nivel Bajo en la categoría de comunas en áreas metropolitanas. En esta medición, fueron comparadas 31 comunas que superan los 250 mil habitantes. Chillán, Chillán Viejo y San Carlos son unidas en este estudio como una sola área metropolitana.
Este índice mide 44 variables levantadas a través de fuentes públicas oficiales, dentro de seis dimensiones. Estas son Vivienda y Entorno, Salud y Medio Ambiente, Condiciones Socioculturales, Ambiente de Negocios, Condiciones Laborales, Conectividad y Movilidad. Tras analizar estas variables, las ciudades son clasificadas según diferentes niveles: alto, medio alto, medio bajo y bajo.
En este contexto, Chillán es una de las nueve comunas metropolitanas que se encuentran en el rango Medio Bajo, junto con ciudades como Temuco, Viña del Mar y Puerto Montt. En el caso de la capital regional, las dimensiones que presentaron descensos en relación con el informe anterior fueron Ambiente de Negocios, Condiciones socioculturales, Salud y Medio Ambiente.
El ICVU, lo mismo que otros estudios, aporta una referencia relevante que debería ayudar no solo a una mirada atenta sobre las buenas y malas prácticas con que evolucionan las tres principales ciudades de la región, sino también a motivar el compromiso de las diferentes autoridades para emparejar una cancha que se muestra muy desnivelada, al igual que una planificación que recoja las verdaderas prioridades y esté sometida a un monitoreo abierto y periódico de los logros en relación con los objetivos propuestos.
Pensar el lugar que vivimos y hacerlo con información y transparencia debe ser la base de un desarrollo urbano equilibrado, planificado y sostenible, con una mirada a largo plazo, lo que no significa abandonar temas tan simples como tapar los hoyos de las calles y mejorar las áreas verdes y la iluminación pública.