Se podrá argumentar que Chillán ha logrado mejorar en varios aspectos y que todo depende del prisma con que se mire, pero es innegable que la ciudad tiene bastante que avanzar para estar al nivel de una capital regional, y así lo demuestra el Informe Anual del Indice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) que realizan la Cámara Chilena de la Construcción (CCHC) y el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica de Chile.
En el estudio que fue entregado ayer, la ciudad anotó una caída de ocho puntos en relación al año 2018, pasando desde el puesto 57 al lugar 65, situándose en el rango calificado como Inferior 1 de las ciudades medidas, además de quedar en el último puesto entre las capitales regionales, con 49,85 puntos del indicador, que corresponden a la ponderación de las seis variables que son medidas en el ICVU: Vivienda y Entorno, Condiciones Socioculturales, Ambiente de Negocios, Condiciones Laborales, Salud y Medio Ambiente, y Conectividad y Movilidad.
En esos parámetros Chillán tuvo resultados promedio, pero lo que terminó por bajar de manera considerable la ponderación final fueron los ítemes Ambiente de Negocios, con 29,19; y Vivienda y Entorno, con 39,86.
La debilidad en ambos aspectos no debería causar extrañeza. El primero es persistente en todos los últimos estudios y da cuenta de aspectos conocidos, como la poco diversificada matriz productiva, la inexistencia de una política local de atracción de inversiones y factores socioculturales, asociados a la falta de capital humano calificado y conservadurismo de los agentes económicos locales.
En el caso de Vivienda y Entorno se combinan la calidad de las construcciones -donde el mercado inmobiliario muestra una directa correlación entre las características de los proyectos y los bajos salarios existentes en la zona- con el también conocido déficit de áreas verdes y parques.
Como se puede apreciar, los factores que han empujado a la baja la calidad de vida de los chillanejos son diversos y recaen en diferentes actores, públicos y privados. Por lo mismo, cobra mucho sentido el llamado que hace en esta edición la presidenta de la Cámara Chilena de la Construcción, María Eugenia Rojas, en cuanto a trabajar en conjunto a través de una alianza público-privada.
Tener una ciudad que sea sostenible ambientalmente, socialmente integrada y productiva económicamente es una tarea que demanda un trabajo coordinado del municipio, del Gobierno Regional, del Gobierno central, del mundo empresarial y de la academia, pero principalmente de su gente. Son los chillanejos los que deben ser capaces de alzar la voz y exigir con fuerza a sus autoridades una mayor preocupación por esos aspectos que persistentemente la han llevado a bajar su posición en informes elaborados con datos oficiales y por lo mismo ampliamente validados, como es el ICVU.
Chillán tiene que enfrentar los desafíos que esta nueva etapa de su historia le está planteando con instrumentos de planificación adecuados, con una eficiente gestión de proyectos que apalanquen nuevas inversiones, con una acción empresarial responsable y con un énfasis especial en su proyección como centro de negocios y servicios de la Región de Ñuble.