Señor Director:
Hace un par de días primaba la indignación en redes sociales respecto a la situación en la que viven los niños del Sename, criticando las fallas en la protección a la infancia desvalida en Chile.
Ahora, respecto al caso Tamara, en las redes se celebra con entusiasmo
la muerte de un joven de 16 años a causa de balazos, donde se le atribuía el hecho a Dios denominándolo como “justicia divina”, e incluso se compartían fotografías del cuerpo mostrando satisfacción como si eso no fuese un acto de sadismo.
No se niega la atrocidad del crimen cometido por el joven en contra de la difunta niña, pero, al fin y al cabo, es un menor de edad y un sujeto de derechos que merecía sólo las consecuencias que dicta la ley. La muerte de un menor no debe ser motivo de celebración, en especial si se toman en cuenta las falencias de nuestro sistema con respecto a la protección de la infancia.
Macarena González