Señor director:
Hace pocos días fue despedido, con una ovación, por cientos de funcionarios del Poder Judicial el presidente de la Corte Suprema que termina su mandato y está próximo al retiro, a finales de este año.
Juan Eduardo Fuentes Belmar nació en Chillán el 24 de octubre de 1949.
Estudió Derecho en la Universidad de Concepción destacando, desde los primeros años de estudios superiores, su vocación de servicio. Mientras estudia se inscribe como voluntario en un generoso programa de alfabetización a los obreros en el populoso Barrio Norte de Concepción.
Corrían los difíciles años de la década de los 70, egresa como abogado y junto con sus primeras armas en el ejercicio de las leyes, su vocación de maestro le lleva a ejercer la docencia de Derecho en su querida ciudad natal. Se une al selecto grupo de maestros del otrora glorioso Instituto Superior de Comercio de Chillán. Su vocación lo lleva ser nombrado académico en distintas universidades del país.
Se incorpora al Poder Judicial y comienza una exitosa carrera ascendente, que lo lleva a largo de los años a ser ministro de la Corte de Apelaciones de Valdivia. El 2021 es elegido presidente de la Corte Suprema, por el pleno del máximo tribunal, cargo que ejerció con brillantez destacando por importantes hitos. Se preocupó del bienestar de sus funcionarios en todo el país, inauguró, hace muy poco, el moderno edificio inteligente del Centro de Justicia de Chillán, ejerció importantes funciones el TCE, asistió invariablemente a su ciudad natal, cada vez que se requería de su importante cargo, luchó por la independencia de los poderes del Estado impulsando, a su vez, el trabajo colaborativo de estos poderes. Lo más importante: trabajó para lograr una justicia transparente para todos los ciudadanos.
Estas y muchas otras son las razones por la que fue ovacionado por cientos de funcionarios al concluir su mandato.
En sus palabras de despedida expresó: “el prestigio del Poder Judicial se gana en la medida que cada uno de los funcionarios cumpla de manera eficiente, apegado irrestrictamente a la verdad.
Una vida como faena silenciosa, pero fecunda, de otro hijo notable de esta tierra que merece ser reconocido.
Juan Pablo Garrido Urrejola