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Al término de este periodo, Javier Ávila Parada cumplirá más de 16 años como consejero regional: un período elegido por los concejales, y los otros tres por elección directa, incluida la del 2017, en la cual alcanzó la primera mayoría, con 17 mil votos entre alrededor de 0 candidatos.
Más de la mitad de su ejercicio lo hizo representando a la entonces Provincia de Ñuble en la Región del Biobío, y a partir de septiembre de 2018, como consejero de la nueva región.
Hace un tiempo dejó las filas de Renovación Nacional, no obstante sigue siendo muy cercano de distintos personeros de centro derecha del territorio, quienes le han insistido en que su nombre podría lograr consenso en Chile Vamos para postular por la Gobernación Regional.
-Dada su experiencia, ¿Cree que es necesario un cambio de timón en el Gobierno Regional? ¿Por qué?
-A la luz de lo conocido estos años, puedo señalar que producto de las últimas reformas legales se ha debilitado seriamente el rol del consejo regional en diversos aspectos, y especialmente en su función fiscalizadora. Aún más, con las modificaciones implementadas en la gobernanza regional, el legislador pensó que reforzaría la regionalización instalando la figura del gobernador regional con amplias facultades, pero la realidad ha demostrado un claro fracaso, pues lo que ha prevalecido en los diferentes gobiernos regionales es una gestión marcada por el personalismo y una muy menguada participación de los cores, que son los representantes de las provincias. En el plano local, estimo se han tomado algunas buenas decisiones, pero hay también grandes déficits, especialmente en gestión y coordinación con el sector público. En el ámbito de la principal actividad económica de la región, la agricultura, nítidamente no se ha estado a la altura. Planteamos la conveniencia de que el GORE se jugara con decisión por el embalse Punilla para influir en el nivel central y favorecer a miles de pequeños agricultores que podrían tener un mucho mejor pasar con seguridad de riego en sus predios, pero hasta ahora, no hay pronunciamiento. Igualmente, aun esperamos un convenio con Obras Públicas que sumara esfuerzos y recursos para mejorar la conectividad y servicios en sectores rurales de las diferentes comunas. Creo que también faltó el apoyo, asesoría u orientación a municipios pequeños para demandar y obtener, vía proyectos, los recursos necesarios para satisfacer sus principales necesidades, y quizás lo más importante, no se logró una planificación que incluyera GORE, sectores o ministerios y municipios para una mayor, más coherente y eficiente inversión de los recursos. En definitiva, creo que hay espacio para hacer mejor las cosas.
-¿Cuán perjudicial, cree usted, ha resultado ser el caso Convenios para los gobiernos regionales, y en especial, para el de Ñuble?
-La corrupción en general, y estos casos “Convenios” y “Transferencias” en particular, le han hecho un daño tremendo a la actividad pública. La ciudadanía ha perdido toda credibilidad en los actores políticos e instituciones, y desgraciadamente, como se dice vulgarmente, echan a todos en el mismo saco. En el caso de los gobiernos regionales, gran responsabilidad de estos problemas radica precisamente en las facultades entregadas a los gobernadores de decidir unilateralmente la asignación de recursos en iniciativas menores a 7.000 UTM ($450 millones). Ello, además de permitir la proliferación de las pequeñas iniciativas en desmedro de inversiones planificadas y relevantes, no permitió la fiscalización ex ante por parte de los consejos regionales.
-Sectores de RN y Evópoli ven en usted una carta potente para competir por la gobernación regional. De acuerdo con las negociaciones, dicho cupo le corresponde a la UDI, pero no tienen candidato. ¿Estaría dispuesto a asumir el desafío?
-Efectivamente, personeros de los tres partidos de Chile Vamos me lo han planteado, pero para mí es mucho más valioso los dirigentes sociales, vecinos comunes y corrientes que me han pedido ser candidato a gobernador, sin embargo, hace bastante tiempo que he tomado la decisión de terminar mi participación política al término de este período de core. La razón es que no comparto lo que claramente se da hoy en política, donde se imponen las negociaciones y conveniencias de determinados personeros por sobre la lógica e intereses regionales.
-El gobierno anunció que promoverá el empoderamiento político de los delegados Presidenciales Regionales, dado los cambios que se vienen con la creación del Ministerio de Seguridad Pública. Se habla, incluso, de “mini Presidentes”. ¿Podríamos decir que la promesa de darle más poder a los gobiernos regionales, eliminar la figura del delegado y descentralizar ya no se cumplió en este gobierno?
-Creo que el gobierno y el legislador están al debe con la regionalización, pero desde mi punto de vista, ello no está relacionado con la eliminación de la figura del delegado Presidencial regional, por el contrario, creo que éste no debe perder las facultades de coordinación que tiene, ya que el gobierno central no podrá prescindir de su rol en las regiones a través de los ministerios, y tampoco debe resignar su responsabilidad en la seguridad pública. Por lo tanto, si el actual gobierno prometió eliminar el delegado, bienvenido que no lo haya cumplido, puesto que era una mala idea. En materia de reforzamiento de la regionalización, lo que debemos esperar es reponer el equilibrio de poderes entre gobernador y CORE, incremento de recursos de decisión regional, normas que obliguen a la coordinación y planificación multisectorial en la región. A lo anterior, en beneficio de las regiones y su gente, adicionalmente le vendría muy bien un gobernador con gran capacidad de gestión y menos exposición política.