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No cabe duda que la cobertura de la educación superior se ha incrementado notoriamente en los últimos 30 años. En los sectores más vulnerables, un 45% de los jóvenes de 18 a 24 años asiste a un establecimiento de enseñanza superior, una cifra bastante más alta que el 5% de 1990. Un proceso que se atribuye a las ayudas del Estado, pero también al aumento de los ingresos de las familias.
Sin embargo, en Ñuble, un 40% de los jóvenes que no estudia aduce motivos económicos para no hacerlo (Encuesta CASEN 2022), lo que plantea una serie de desafíos no solo como país, sino que como región.
A ello se agrega que un 31%% argumenta que ya terminó de estudiar, lo que está asociado a un problema de expectativas, pues buena parte de ellos se quedará con los conocimientos adquiridos en la educación secundaria.
Como se sabe, Ñuble tiene altas tasas de pobreza (15%), lo que está directamente relacionado con bajos salarios, lo que se atribuye a una de las más importantes falencias de la zona: la escasez de capital humano calificado. El problema, sin embargo, no se resuelve únicamente generando más profesionales y técnicos, pues las estadísticas demuestran la fuerte migración de talentos hacia otras regiones donde existen mayores oportunidades laborales.
La raíz de este problema está en la matriz productiva local, caracterizada por una fuerte dependencia de la explotación de recursos naturales y comercialización de commodities con muy bajo valor agregado, lo que en consecuencia, no exige de una masa crítica de profesionales y técnicos. De esa forma, el mercado no demanda el capital humano que no requiere, y se mantiene el círculo vicioso.
Uno de los desafíos, entonces, es aprovechar la oportunidad que representa contar con mayor autonomía en la gestión de recursos públicos para focalizar el gasto y la inversión en áreas que requieren de incentivos, como por ejemplo, potenciar la agregación de valor, principalmente en la agroindustria, así como también en otros sectores estratégicos, como el turismo, logística y tecnologías de información.
Pero otro desafío importante es focalizar los esfuerzos en contar con el capital humano calificado que va a demandar el desarrollo de los sectores estratégicos, donde si bien los establecimientos de enseñanza superior han ido adaptando su oferta a los requerimientos del mercado, hay una inmensa tarea por delante en materia de diversificación y cobertura en los segmentos vulnerables.
Respecto de lo último, la gratuidad ha contribuido a avanzar en materia de cobertura de educación superior, pero los sectores más vulnerables requieren de una política mucho más ambiciosa, que también considere incentivos para que los jóvenes que viven bajo la línea de pobreza puedan contar con subsidios de alojamiento, si requieren, o incluso subsidios para empleos de medio tiempo.
El gasto fiscal requiere de responsabilidad, sobre todo en una economía en vías de recuperación como la nuestra, pero también es clave evitar que el mercado defina el rumbo que debe tomar el mercado laboral, pues lo que ocurre hoy en Ñuble es precisamente fruto de la acción del mercado y de la ausencia de una política estratégica propia, de largo plazo, basada en la solidaridad y equidad territorial.