En una década, la bicicleta, como medio de transporte, pasó desde el 7% de los viajes totales en la intercomuna Chillán-Chillán Viejo, a 17%, según estadísticas del Ministerio de Transportes .
Coincidentemente, en este período ha ido aumentando paulatinamente la infraestructura, sumando en las próximas semanas nuevos proyectos por más de 3.600 millones, que corresponden a una cicloruta en la Avenida O’Higgins, desde Paul Harris hasta Ecuador (1,53 kilómetros), otro de 1,74 kilómetros en la extensión de Gamero, de Avenida Brasil hasta Avenida Argentina, y tres nuevas ciclovías en Arauco, Sargento Aldea y Argentina, desde Ecuador a Collín, considerando cada tramo 1,72 kilómetros y una inversión total de sobre $1.518 millones.
Para diciembre de este año también están programados proyectos en Avenida Reloncaví (Los Puelches-Nueva Oriente), Nueva Oriente (Pasaje Rucatalca -Alonso de Ercilla), Barros Arana (Alonso de Ercilla- Las Hortensias), Nueva Sur (Barros Arana-Los Espinos) que consideran en conjunto 3,43 kilómetros.
En total, entre proyectos grandes y de menor envergadura, la ciudad sumará 14,1 kilómetros de ciclovías, sin considerar los proyectos viales (Huambalí y Diagonal Las Termas) que están pronto a iniciar su ejecución y consideran rutas para ciclistas en Diego Portales y Francisco Ramírez Ramírez, Avenida España Central y Desnivel Parque Lantaño. En total, 7 kilómetros más.
Y a largo plazo, hay que agregar otros 18 kilómetros que están proyectados en el eje vial Las Rosas-Paul Harris y Vicente Méndez, más los cuatro tramos de la iniciativa denominada Accesibilidad Sur Oriente, que incluye a Alonso de Ercilla, Los Puelches y Andrés Bello.
Los promotores del uso de la bicicleta suelen destacar las potencialidades de la capital de Ñuble para desarrollar una cultura del pedaleo, aprovechando atributos de la ciudad como su topografía plana, sus anchas calles y su tamaño, que aún permite recorrerla de extremo a extremo en bicicleta.
Hay que entender, sin embargo, que la masificación del uso de la bicicleta también requiere de cambios culturales, pues muchos ciclistas critican la actitud agresiva de los automovilistas, mientras que estos últimos retrucan denunciando maniobras arriesgadas e imprudentes de los primeros.
Esto debe ser entendido como un objetivo de ciudad, y por lo tanto, promovido por las autoridades, no solo en el discurso, sino que a través de acciones concretas que brinden facilidades al usuario, por ejemplo, estableciendo más centros para aparcar con bicicleteros, aprovechando las plazas y explanadas; restando a la calzada y no a la acera el espacio para la construcción de ciclovías -como está ocurriendo ahora- pues lo que se busca es desincentivar el uso del automóvil, y no la caminata; generar incentivos para combinar el uso de la bicicleta con la locomoción colectiva; y definir las rutas en base a estudios de demanda, por lo que es fundamental consultar la opinión de los usuarios.