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Inversión en alza y desafíos estructurales

El balance regional del primer semestre de 2025 en materia de inversión entrega señales mixtas. Por un lado, hay datos que merecen destacarse: once proyectos ingresaron al Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) de Ñuble, con una inversión total de US$ 623,6 millones, superando en 5,5% lo registrado en igual periodo de 2024. Esta cifra se ubica entre las más altas del último quinquenio y reafirma que Ñuble sigue despertando interés como destino de inversiones.

Sin embargo, bajo este crecimiento numérico hay matices que obligan a mirar con atención. El 81,5% de la inversión está concentrado en solo cuatro proyectos del sector energía, todos vinculados a generación fotovoltaica, eólica o almacenamiento. Aunque se trata de tecnologías limpias y necesarias para el país, la excesiva concentración en un solo rubro y la escasa inversión en áreas más alineadas con la vocación productiva de Ñuble -como agricultura, agroindustria o turismo- revelan una región que sigue sin diversificar plenamente su matriz de desarrollo.

De hecho, es una ironía que una región que hace un enorme aporte a la matriz energética nacional en generación, aún no resuelve el cuello de botella que sufre en infraestructura de transmisión eléctrica, que frena su crecimiento industrial, urbano y agroexportador. En otras palabras, estamos generando mucha energía, pero aún no tenemos cómo distribuirla de manera eficiente dentro del propio territorio.

Desde el Gobierno prefieren ver el vaso medio lleno, y valoran que Ñuble comience a consolidarse como un polo estratégico de energías renovables. Y no se equivocan, pero esta dinámica de inversión en el territorio debe acompañarse de instrumentos de planificación actualizados, para evitar que el desarrollo energético entre en conflicto con la vocación agrícola o habitacional de los territorios.

El sector inmobiliario, segundo en importancia en la inversión ingresada este semestre (US$ 112,8 millones), presenta una paradoja debido a que sube el número de proyectos (de 4 a 6), pero cae el monto total de inversión, lo que sugiere una preferencia por iniciativas de menor escala o de carácter más económico. Nuevamente, la causa parecen ser las altas tasas de interés, dificultades de acceso al crédito, desempleo y una incertidumbre económica que sigue pesando en la toma de decisiones, tanto de empresas como de familias.

Por otra parte, que los proyectos inmobiliarios se concentren exclusivamente en el ámbito habitacional también es una señal, y no muy positiva. Las viviendas son necesarias, sin duda, pero no hay inversión en centros de servicios, bodegas logísticas o proyectos turísticos. 

Ñuble no puede seguir dependiendo casi exclusivamente del impulso energético o de proyectos habitacionales. Necesita recuperar protagonismo en los sectores que definen su identidad y su ventaja comparativa: agricultura, alimentos, turismo, servicios logísticos, y también en nuevas industrias que agreguen valor al territorio, a fin de que Ñuble sea no solo una región que aporta energía al país, sino una región que genera un desarrollo integral para su propia gente.

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