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Si se considera que el acceso a Internet hace años dejó de ser un lujo y hoy constituye una herramienta de trabajo y estudio, además de entretención, es posible concluir que esa evolución trajo una nueva brecha para el desarrollo de Ñuble, replicando las tradicionales brechas urbano-rurales, como el acceso a agua potable, electricidad, alcantarillado, comercio y servicios, infraestructura, educación y salud.
Esta situación, además de representar una inequidad, es también un factor de freno para el desarrollo económico de la zonas rurales, limitando las posibilidades de generar negocios, de promover productos y de acceder a nuevos conocimientos y a oportunidades de financiamiento para emprendimientos, entre otras.
Hoy son muchas las herramientas de apoyo estatal que se comunican y a las cuales se postulan a través de Internet, hoy el conocimiento se transmite a través de la red, hoy los impuestos se declaran por esta vía e incluso, numerosas transacciones comerciales y bancarias se realizan por la web.
Es así que mientras en Chillán los niños y jóvenes se comunican, se entretienen, aprenden y consumen a través de Internet, en zonas apartadas de la región, principalmente en la precordillera y en algunos sectores del Valle del Itata, los alumnos de escuelas rurales ven limitadas sus oportunidades de acceso a las escasas horas de Internet que les ofrece el establecimiento, cuando existe.
Esta grave brecha de acceso es hoy un factor determinante en el acceso a oportunidades, como en el pasado lo fue el alfabetismo y hoy lo es la educación superior, razón por la cual resulta clave que el Estado refuerce su rol subsidiario en esta materia, tal como se plantea la nueva ley que declaró Internet como servicio público, otorgando al Estado las herramientas necesarias para supervisar los servicios de telecomunicaciones y garantizar el acceso a la conectividad digital como servicio esencial.
Bajo esta premisa, el Estado establecerá un sistema de subsidios dirigido a la demanda, destinado a ayudar a las familias más vulnerables a cubrir los costos de su conexión a Internet, igual como lo hace con el agua y la electricidad.
La inspiración de esta propuesta en cuanto a emparejar la cancha urbano-rural es muy valiosa, pero en materia de desarrollo rural Ñuble tiene un largo inventario de buenas intenciones que nunca llegaron a concretarse, y aquí podría ocurrir lo mismo, si no hay convicción política, recursos y responsabilidad de los agentes privados.
Por eso hay que seguir con atención la elaboración del reglamento para definir cómo se entregará este subsidio, la oportuna provisión de su financiamiento en el Presupuesto de la Nación 2025 y la nueva licitación del proyecto de Fibra Óptica Regional, que ya fracasó una vez por la quiebra de WOM.
El futuro económico de Ñuble está ligado a la generación de emprendimientos innnovadores y a la agregación de valor a la producción, pero ello no será posible si el capital humano tiene serias deficiencias y se enfrenta, desde el comienzo, a desiguales oportunidades de crecimiento y desarrollo como hoy constituye el acceso a Internet.