Señor Director:
En 2026 Chile pagará casi US$4.800 millones solo en intereses, y el 13,7% del Presupuesto quedará amarrado al servicio de la deuda. No es un pie de página: es una decisión que desplaza prioridades. Cada peso que va a intereses no llega a seguridad, vivienda, salud ni educación. Peor aún, la trayectoria es ascendente hasta al menos 2030: hemos naturalizado financiar gasto corriente con deuda, aplaudiendo anuncios que terminarán pagando nuestros hijos.
Urge sobriedad fiscal: metas plurianuales que se cumplan, impedir gasto permanente con ingresos transitorios, eliminar programas sin evaluación seria, priorizar crecimiento y productividad y transparentar en cada proyecto el costo de endeudarse.
En la casa lo sabemos: cuando manda la tarjeta, los intereses se comen el sueldo. En el Estado, los intereses devoran el futuro cuando el aplauso pesa más que el presupuesto. Que la palabra “interés” recupere su sentido primero: interés por el bien común. Que el interés general nos interese más que los intereses.
Kênio Estrela
Académico
