Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Innovación y emprendimiento

Nadie podría hoy rebatir la idea que el conocimiento es un factor capaz de aumentar la riqueza económica, lo mismo que potenciar el capital humano con que cuenta una sociedad. Las naciones emergentes y algunos de los países más ricos del mundo han sido capaces de comprender esta dinámica y han invertido grandes recursos en promover la ciencia, la investigación y fomentar la innovación y el emprendimiento. En esas naciones no tuvieron que esperar un 100 años para avanzar sustancialmente en este tema. Con voluntad, recursos y personas dispuestas a correr riesgos y a atreverse, lo hicieron posible en 30 años. Crearon las instancias para que esos proyectos pudieran desarrollarse.

Bajando esta referencia a nuestra realidad, lo primero que habría que tener presente es que no se puede avanzar sin que existan también los recursos destinados a promoverlas y más concretamente a corregir la valoración sobre pequeñas y medianas empresas, cuya participación en el PIB local ha ido decayendo y podrían encontrar allí una oportunidad de frenar este comportamiento negativo, cuya expresión más sensible es la pérdida de empleos.

A nivel regional, se aprecia que la creciente preocupación por este tema está teniendo un correlato en los recursos públicos. Ayer se aprobaron $6.924 millones para fomentar el emprendimiento y mejorar la competitividad de empresas regionales. El presupuesto para 2025 se distribuirá en 11 convocatorias, mientras que en 3 años la inversión, a través del Comité de Desarrollo Productivo Regional, ascenderá a 14 mil millones.

Como en muchas cosas, para que todo cuaje, es necesario el trabajo conjunto entre el mundo empresarial y académico. Sobre este punto, se advierte una positiva evolución con importantes proyectos asociativos entre empresas y universidades y entre las mismas universidades, enfocados en las oportunidades y desafíos de modernización y sustentabilidad de diferentes rubros de la economía regional.

Este es el siglo del conocimiento y en él -y con sus reglas- la Región de Ñuble debe competir.

La vocación agroalimentaria, donde hay un potencial enorme y pruebas fehacientes de apego a la innovación y capacidad creativa, lidera este proceso transformador. El agro ñublensino ha duplicado el número de tierras cultivadas y ha mejorado su productividad, con rubros que han penetrado en los mercados más exigentes del mundo. Además, ha incorporado tecnología avanzada para la producción, y si no lo ha hecho aún en la medida en que lo hacen otras regiones, es porque en el arrebato individualista se han ignorado las bondades de la asociatividad y la generación de economías de escala.

Desde esta tribuna hemos alentado estos temas, en la convicción de que este tipo de información es -probablemente, mucho más que otras que diariamente inundan las redes sociales y programas de TV- vital para los tiempos que vivimos, y más aún para los que vendrán.

El diagnóstico es claro. La duda es cuánta convicción tenemos para transitar este camino.

Empresa Periodística La Discusión © 2025. Derechos Reservados