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El despoblamiento rural es probablemente el mayor síntoma de la desigualdad territorial en la Región de Ñuble, un fenómeno que también se observa en las demás regiones, donde las ciudades han concentrado los ingresos y las oportunidades laborales, y donde las autoridades políticas tienen la mayor concentración de votantes.
La declaración del Valle del Itata como Zona de Rezago en 2015 fue un reconocimiento oficial de la necesidad de brindar estímulos especiales para el desarrollo de ese territorio, aunque a la luz de las estadísticas, son muchas más las comunas que requieren de un trato especial.
Según datos de la Encuesta Casen 2017, el ingreso autónomo per cápita de los hogares en la Provincia de Punilla ($165.712) es casi tan bajo como el de Itata ($164.763), bastante lejos del que exhibe Diguillín ($201.903).
Asimismo, Chillán, en el tope de la tabla, con un ingreso de $238.793, duplica los $117.830 de Cobquecura, en el fondo de la tabla.
En opinión del decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad del Bío-Bío (FACE UBB), “es un tema estructural, es un tema de incentivos y oportunidades, y el centralismo que funciona a nivel nacional también funciona a nivel regional”.
Comentó que “la gente se viene a las ciudades porque hay oportunidades, hay empleos, y eso es porque no hemos generado las oportunidades en el espacio rural, por lo que hace mucho tiempo ha venido ocurriendo este proceso de migración hacia la ciudad”, en lo que se transforma en un círculo vicioso.
Este proceso ha significado, en la práctica, que entre 1990 y 2017 la población rural de Ñuble pasara de representar el 64% de la población total, a un 31%.
Los procesos migratorios campo-ciudad en Ñuble han generado un fuerte cambio demográfico, caracterizado por el envejecimiento de la población y las menores tasas de natalidad, pero también cambios económicos relevantes, como la escasez de mano de obra para labores agrícolas y una alta dependencia de los hogares rurales del Estado, tanto como empleador como fuente de ingresos a través de transferencias.
Los expertos advierten que este proceso está hipotecando el desarrollo futuro de las comunas de Ñuble, pues la migración está significando una importante fuga de capital humano.
“La migración de la población rural hacia los centros urbanos genera una alta concentración de la población en las ciudades, donde se supone que hay mejores oportunidades, pero que para muchos, se transforma en un doloroso proceso de expectativas incumplidas y pobreza”, expresó el economista Renato Segura, director del centro de estudios CER Regional.
“El principal problema es el desarrollo desigual del territorio. El sobrepoblamiento de los centros urbanos genera pobreza dura y pérdida de bienestar social. La calidad del mercado laboral se afecta negativamente por la baja productividad del trabajo, lo que se traduce en bajos salarios de forma crónica. Por otro lado, el insuficiente desarrollo de la industria para sustituir zonas del territorio eminentemente agrícola, genera barreras para mejorar la calidad de la fuerza de trabajo. El fenómeno más palpable en Ñuble es la alta densidad poblacional de Chillán, la que supera en más de seis veces el promedio regional”, añadió el director del CER Regional.
Rol del Estado
Existe coincidencia en que el rol pasivo que ha tenido el Estado ha contribuido a profundizar estas desigualdades, por ejemplo, en materia de políticas de apoyo al sector agrícola y de mejoramiento de la calidad de vida en el mundo rural, lo que se expresa en amplias brechas urbano-rurales en áreas como acceso a servicios básicos de calidad, conectividad vial y de telecomunicaciones.
Por eso mismo, tanto Segura como Umaña coinciden en que hoy el Estado tiene que asumir un papel más relevante.
Segura mencionó que “expertos de la Cepal han concluido que las brechas sociales y de productividad que se registran entre los países latinoamericanos, también tienen una expresión territorial, por lo cual son necesarias políticas que aborden la desigualdad territorial para reducirlas. En lo que respecta a las políticas para abordar la desigualdad territorial en Chile, el Estado ha hecho poco, y lo que ha hecho, lo ha hecho mal, como los cluster, por ejemplo”.
Para Benito Umaña, “la desigualdad territorial se resuelve con una estrategia mucho más integral, pues lo que hemos hecho es abordar los desafíos y problemáticas parcialmente, por ejemplo, la Zona de Rezago, pero yo creo que la realidad del Itata también se relaciona mucho con lo que le ocurre a las otras provincias, y por lo tanto, debiera abordarse como ecosistema, no particularmente”.
El académico UBB postuló que “el Estado tiene que abordar cambios que hoy se están demandando. No es solo recursos, también hay que apoyar a los municipios para que sean eficientes, generar atractivos. Es vital que se apoye a los municipios más pequeños, a través del Fondo Común Municipal o la Ley de Rentas Municipales, pero yo creo que también debiera haber una serie de apoyos, por ejemplo, en capital humano. Asimismo, ese apoyo debe ir acompañado de estrategias, por ejemplo, los Pladeco, donde hay municipios que no lo han actualizado. Creo que tiene que haber un plan estratégico comunal, tiene que estar clara la estrategia regional, cómo son parte de esa estrategia regional, y también debiera haber planes provinciales”.
No obstante, Umaña se mostró optimista: “Hoy creo que hay una oportunidad enorme para Ñuble, porque Santiago está colapsado y la gente joven está valorando mucho más la calidad de vida. Nosotros hemos planteado que debe haber un programa de retención y atracción de capital humano, y ese programa podría ser intencionado desde el Estado con un trabajo colaborativo con el sector privado, con la academia y la comunidad”.
En cuanto a la realidad del mercado laboral regional, el académico reconoció que “también es un factor de desigualdad territorial, pienso que debe haber un trabajo de todos, el Estado no lo puede resolver todo, pero tiene que participar y en algunas áreas definitivamente tiene que hacerse cargo, por ejemplo, algo que en Ñuble debiera hacer el Estado es crear un centro de formación técnica estatal, que debe estar articulado con la enseñanza superior y con los liceos técnicos, y por supuesto, tiene que estar asociado con los privados”.
Umaña subrayó, además, que “mejorar la conectividad digital de las comunas es clave para romper el círculo de la desigualdad. ¿Por qué no puedes trabajar desde Pinto o desde San Fabián? Porque no hay internet. Y eso se resuelve invirtiendo, hoy existe el interés de privados por hacerlo, a ciertas empresas les conviene, pero también tiene que haber incentivos del Estado”.
Por su parte, Segura planteó que “el desarrollo equilibrado del territorio se enfrenta con la integración productiva. Esto se traduce en agregar valor a las actividades productivas tradicionales del territorio. En mi opinión, el problema se puede abordar con una presencia más activa del Estado en inversiones productivas que se orienten en agregar valor a las actividades productivas locales. Ejemplos existen, lo que falta es voluntad política y un marco legal moderno que permita la conversión productiva del Estado: turismo de intereses especiales; silvoagricultura; silvoganadería; modelos productivos sustentables; etcétera. La integración de la industria vitivinícola con turismo, gastronomía y alojamiento en la Provincia de Colchagua, es un buen ejemplo de desarrollo territorial”.