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Informalidad laboral

Según la encuesta de empleo del INE, correspondiente al trimestre octubre-diciembre de 2021, en la región de Ñuble un 33,3% de los trabajadores son informales, una de las tasas más altas a nivel nacional, sólo superada por las regiones de Los Ríos (34,7%), Tarapacá y La Araucanía (34,1%).

La tasa de informalidad laboral de Ñuble no solo es superior al promedio nacional (28,3%), sino que es 1,9 puntos porcentuales más alta que la registrada por Ñuble en octubre-diciembre de 2020 y ciertamente una de las tasas más elevadas desde que se tiene registro.

Si bien la informalidad es un problema que ha estado presente desde siempre, su rápido crecimiento en los últimos dos años se atribuye principalmente a la pandemia y sus efectos económicos y sociales, como la destrucción de empleos y las restricciones sanitarias, pero también a la mayor liquidez de los chilenos, generada por las ayudas estatales y los retiros de fondos de las AFP.

Tradicionalmente, las crisis económicas son los periodos en que mayores emprendimientos surgen, y ésta no ha sido la excepción. Son muchos los que, sin empleo, se vieron en la necesidad de comenzar un negocio por cuenta propia, y otros tantos que han decidido aprovechar la oportunidad de generar ingresos sin la necesidad de obedecer a un jefe o cumplir una extensa jornada laboral.

Pero no se trata de un boom del emprendimiento que debiésemos celebrar, sino de una precarización del empleo en una región que no ha sido capaz de ofrecer oportunidades laborales de calidad a sus habitantes.

La informalidad laboral representa la desprotección absoluta del trabajador, pues no existe un contrato escrito de por medio, razón por la cual muchos de estos son trabajadores por cuenta propia o independientes que han decidido asumir las consecuencias de no tener cotizaciones previsionales, de salud ni de cesantía. Otro grupo importante lo componen aquellos asalariados que no tienen contrato, por ejemplo, en trabajos de temporada.

Rubros como el comercio y la agricultura son los que concentran el mayor número de trabajadores informales, sin embargo, el fenómeno ha crecido con fuerza también en la industria manufacturera y en la construcción.

Y la solución no consiste solamente en crear empleos. De hecho, existen muchas empresas que no han podido completar sus vacantes y están operando con una dotación incompleta. Según el INE, la tasa de desocupación en la región alcanzó a 5,3% en octubre-diciembre, una de las más bajas desde que se tiene registro, mientras que en la Provincia de Diguillín la tasa se ubicó en 5,1%.

Lo que se requiere es una oferta de empleos de calidad, más atractivos que los empleos informales, por ejemplo, respecto al salario. Y aquí volvemos al problema crónico de esta región: su matriz productiva, la que no cambiará en la medida que no se concreten inversiones que agreguen valor.

Atraer inversiones a una región nueva no es una tarea sencilla, pues depende de varios factores y de la voluntad política de autoridades nacionales, pero puede resultar aún más difícil si existe un contexto de incertidumbre en materia normativa.

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