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Inflación se aleja de la meta y expectativas apuntan a un 2025 con nuevas alzas de precios

A los consumidores les cuesta entender que, después de los peak de inflación que se registraron en Chile, durante 2022 y 2023 -con tasas de hasta 14,1% anual en agosto de 2022- como consecuencia de los efectos de la pandemia y el aumento de la base monetaria -por los retiros de las AFP y los bonos del estado-, el bolsillo siga sufriendo por el alza sostenida del nivel general de precios en 2025.

Sólo en los primeros tres meses del presente año han experimentado importantes alzas en sus precios productos como la carne de vacuno (6,6%), los tomates (26,5%), los vinos (14,4%) y la enseñanza universitaria (6,7%), según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Precisamente, hace algunas semanas el INE informó que la inflación mensual en marzo alcanzó un 0,5%, situando la inflación anual (acumulada a 12 meses) en 4,9%, muy lejos del rango meta de 2% – 4% al que aspira el Banco Central y que efectivamente se ha logrado por largos periodos en el pasado. El último: desde mediados de 2016 hasta mediados de 2021.

En términos generales, en los últimos 12 meses presentaron incrementos sustantivos en sus precios las divisiones: Vivienda y servicios básicos (11,0%), donde la mayor incidencia fueron las alzas de las cuentas de electricidad; Restaurantes y alojamiento (6,8%); Seguros y servicios financieros (5,7%); Educación (5,1%); y Alimentos y bebidas (5,1%).

En los supermercados, carnicerías y ferias libres de la región de Ñuble, la revisión de precios de alimentos que realiza la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura, muestra alzas importantes en comparación con abril de 2024, principalmente en hortalizas, legumbres y carnes.

Así, por ejemplo, la pechuga de pollo ($5.193 x kg) acumuló un alza de 26,3% en carnicerías; el lomo de cerdo ($7.490 x kg) subió 8,7% en supermercados; el corte choclillo, de vacuno ($10.993 x kg) sumó una variación de 10,0% en carnicerías; y la posta negra ($10.370 x kg) exhibió un aumento de 17,1% en supermercados.

También, el queso mantecoso ($13.265 x kg) se incrementó 10,5% en los últimos 12 meses; el arroz grano ancho grado 1 ($2.491 x kg) subió 20,3%; y el aceite vegetal ($2.288 x 900 ml) se elevó 10,5%; mientras que, en las ferias libres, los garbanzos ($3.000 x kg) se encarecieron 20,3%; las lentejas 6mm ($3.250 x kg) lo hicieron en 22,6% y el poroto hallado ($3.000) subió 20,0%.

Y en hortalizas, destacan las alzas de precios, en las ferias libres, de ajo chino (22,2%), brócoli (17,8%), choclo choclero (33,3%), coliflor (20,0%), espinaca (21,5%), lechuga escarola (15,0%), repollo (23,3%), tomate larga vida (60,0%) y zanahoria (7,7%).

Corrección al alza

Si bien desde el último tercio del año pasado las autoridades vienen anticipando que durante este 2025 se lograría converger hacia el rango meta de inflación, los últimos acontecimientos parecen alejar dicho objetivo y, con ello, se aleja también la posibilidad de continuar reduciendo la tasa de interés de política monetaria (TPM) del Banco Central, que cumple un rol fundamental en el estímulo de la actividad económica, como la inversión y el consumo.

En su Informe de Política Monetaria (IPoM) de marzo, el Banco Central ajustó las proyecciones de inflación a diciembre de 2025 desde un 3,6% a un 3,8%, mientras que el mercado sitúa estas expectativas en torno al 4,0% o ligeramente por encima.

Ese preocupante panorama fue trazado antes que Estados Unidos anunciara su alza unilateral de aranceles aduaneros al resto del mundo, lo que introdujo mayor incertidumbre respecto del comportamiento de los precios.

Se anticipa una mayor inflación mundial, como consecuencia de la nueva política norteamericana y la guerra comercial, no solo por la imposición de estos aranceles, sino por la presión sobre el dólar en tiempos de intranquilidad, ya que es usado como un activo refugio. Un aumento del tipo de cambio encarece el precio de los bienes importados, muy relevante para Chile, que importa la mitad de lo que consume, incluido el petróleo, lo que incide en los valores del transporte y la industria manufacturera, y, en consecuencia, en toda la cadena de precios.

Presiones inflacionarias

Daniela Catalán Ramírez, académica de la Facultad de Economía, Negocios y Gobierno de la Universidad San Sebastián, explicó que, “la desviación de la meta inflacionaria del 3,0% hacia un nivel más cercano al 4,0% refleja que las presiones sobre los precios, tanto internas como externas, son más persistentes de lo anticipado. Esto sugiere que los shocks que inicialmente se consideraban transitorios, como los aumentos en tarifas reguladas y alimentos, están teniendo efectos más prolongados. Además, la inercia inflacionaria y los ajustes rezagados en precios clave, como la energía y algunos servicios, están dificultando que la inflación converja rápidamente hacia la meta del Banco Central”.

Dado ello, la economista estimó que, “para los próximos meses, es probable que sigamos viendo presión en alimentos, transporte y servicios básicos, mientras el traspaso del tipo de cambio y los costos salariales continúe alimentando la inflación subyacente”.

La profesora analizó que, “actualmente, las principales presiones inflacionarias provienen de: alzas en tarifas reguladas, especialmente en electricidad; aumento en precios de alimentos, impulsados por factores climáticos y de oferta interna; tipo de cambio (alza del dólar), que encarece bienes importados; y costos laborales al alza, que empiezan a trasladarse a precios finales”.

Respecto al origen de estas presiones, aclaró que “no es solo el contexto internacional el responsable. Si bien factores externos, como el precio del petróleo, tensiones geopolíticas y condiciones financieras globales son relevantes, las variables internas están jugando un rol creciente, por ejemplo, el aumento del gasto público, impulsado por políticas fiscales expansivas, agrega presión a la demanda interna”.

La docente USS añadió que, “el incremento en el costo de la mano de obra (producto de reajustes salariales y mayor negociación laboral) también genera presiones de costos que las empresas tienden a trasladar a precios. Por lo tanto, el fenómeno inflacionario actual tiene un componente mixto: externo e interno”.

Consultada por las expectativas de alzas de precios para los próximos meses, Catalán detalló que los mayores aumentos se concentrarán en bienes importados, como electrónicos, ropa, automóviles, productos tecnológicos, debido a la depreciación del peso; en energía y transporte, dado que los precios del petróleo y la gasolina seguirán impactando los costos de transporte y, en cadena, el precio de otros bienes; en alimentos, especialmente aquellos sensibles al transporte y a insumos importados, como harinas, aceites, frutas y carnes; y en servicios básicos, principalmente electricidad y agua, producto de actualizaciones tarifarias postergadas.

En ese contexto, coincidió respecto a que no se ve muy cerca una nueva baja en la TPM. “Todo indica que el Banco Central será cauteloso. Mientras la inflación no converja claramente al 3,0%, las tasas de interés se mantendrán elevadas en términos reales. Aunque es probable que haya recortes graduales a lo largo del segundo semestre de 2025, una baja agresiva de tasas no es inminente. El riesgo de recortar demasiado pronto, reavivando la inflación, es mayor que el costo de mantener una política monetaria restrictiva por un tiempo más prolongado”.

Inflación e inversión

Por su parte, Claudio Parés Bengoechea, académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Concepción, expuso que “uno de los grandes problemas de la economía chilena es la falta de inversión. Hace más de una década que las cifras están por el suelo y eso es un dato importante. Entonces, cuando proyectamos cualquier medida macroeconómica, debemos mirar qué pasará con la inversión. Si al problema, ya endémico hacia 2020, le sumamos los retiros masivos de fondos de las AFP, tenemos un problema todavía más grande. Entonces, en ese contexto, el Banco Central logró bajar la inflación del 14% al rango del 4-5%. Sin embargo, para seguir bajando la inflación, habría que subir la tasa de política monetaria (TPM) y, con ella, la tasa de interés. Entonces, le pegaríamos de vuelta a la inversión, por lo que no queda otra que elegir: soportar una inflación del 4% por un tiempo versus que siga cayendo la inversión. Creo que nuestras autoridades han elegido lo primero y el mercado lo ha asumido como una realidad”.

El profesor agregó que, “ahora, además del panorama interno, tenemos la inestabilidad que ha generado Estados Unidos. El alza de aranceles subirá los precios de los bienes importados y reducirá el precio de los bienes exportados y presionará a la inflación a nivel global. No hay vuelta. Podríamos subir nuevamente la TPM para controlar la inflación, pero volvería a costarnos en términos de inversión”.

Parés reconoció que existe una mezcla de variables internas y externas en este complejo escenario.

“Me parece que las proyecciones, hoy, tienen más que ver con la situación externa, porque la situación fiscal ha ido tendiendo a la responsabilidad e incluso, se habla hoy de retornar a una política de balance en lugar de la de déficit estructural que sostenemos desde 2010”, analizó.

De igual forma, el docente UdeC manifestó que, “respecto de los costos de la mano de obra, creo que requiere ser compensada con ganancias de productividad que tiene que ver también con los avances que podamos hacer gracias a la inversión”.

Entonces, ¿cuánto tiempo habrá que esperar para una nueva baja de tasas? “Esa espera depende de lo que haga Estados Unidos. Da la impresión de que el alza de aranceles era ‘bluff’ para renegociar tratados de libre comercio, por lo que es probable que, tal como se suspendió el alza por 90 días, termine siendo un golpe más moderado. Si eso ocurre, podríamos ver bajas, pero, si no, habrá que esperar mucho tiempo”, advirtió el economista.

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