Señor Director:
Una mayor inclusión financiera -definida como “el acceso y uso de servicios financieros por parte de todos los segmentos de la población”- es crucial. Personas que tienen la capacidad de ahorrar, pedir préstamos, hacer pagos y gestionar riesgos tienen mayores oportunidades de desarrollo. Por ejemplo, estas personas tienen mejores posibilidades de iniciar y ampliar sus negocios, invertir en la educación de sus hijos y hacer frente a shocks negativos tales como la actual pandemia que ha afectado negativamente el empleo y los ingresos.
Lamentablemente el exitoso proceso de inclusión financiera exhibido en Chile durante la última década no fue acompañado de un proceso de alfabetización financiera. La mezcla de una mayor inclusión financiera con un analfabetismo financiero se ha traducido en mayores niveles de morosidad y endeudamiento. El número de personas morosas en Chile actualmente bordea los 5 millones, mientras que en el periodo 2010-2019 la deuda de los hogares como porcentaje del ingreso disponible subió desde 59% a 75%
Para explotar los beneficios de los servicios y productos financieros, la educación financiera debe estar enfocada en el entendimiento de los pilares básicos de la economía chilena y el contexto en el que nos movemos. En estos tiempos de incertidumbre, resulta clave entender cómo planificar el presupuesto familiar, ser responsables en el endeudamiento y considerar el ahorro como un resguardo para situaciones inesperadas.
En este mes de la educación financiera, es importante enfatizar que la educación financiera es clave para el desarrollo del país y el bienestar de las personas. La tarea debe ser constante y requerirá el apoyo de diversas instituciones, pero sobretodo un cambio de mentalidad en dejar de restar importancia en la educación de los chilenos los temas cotidianos que le influirá en su día a día.
Patricio Valenzuela
Académico e investigador Universidad de Chile y del Instituto Milenio MIPP