Incertidumbre para el rubro maderero

La menor demanda de celulosa en los mercados internacionales, principalmente por parte de China, no solo ha impactado los precios de este commodity, sino que ha sido la principal incidencia en la caída de las exportaciones forestales, tanto a nivel nacional como en la región de Ñuble.
Según Odepa, los envíos forestales de Ñuble anotaron una caída interanual de 58,1% en septiembre, con lo que, en el acumulado enero-septiembre la baja es de 15,7%.
Estos números se explican por la contracción de 38,8% que acumula la celulosa en lo que va del año. Pese a ello, sigue siendo la principal exportación de la región.
Por el contrario, otros rubros vienen exhibiendo un buen desempeño exportador durante 2025, como las maderas elaboradas, que crecieron 20,2%, y las maderas aserradas, con un alza de 38,5% respecto a enero-septiembre de 2024.
Para una región forestal como Ñuble, las fluctuaciones internacionales de los precios de la celulosa tienen un impacto económico. Pero, por otro lado, cada vez es mayor la participación de los productos madereros en la canasta exportadora local, lo que es una buena noticia, ya que compiten en mercados de mayor valor, con destinos más diversificados, están menos expuestos a la volatilidad que los commodities y su elaboración demanda más empleos.
Sin embargo, el rubro maderero en Ñuble, donde hay un gran número de empresas de menor tamaño, no tendrá opciones de crecer y de consolidar mercados mientras se mantenga el actual escenario de fomento cero a la forestación. En otras palabras, con un limitado acceso a la materia prima en el presente y una agudización del problema en el corto y mediano plazo, el negocio de decenas de aserraderos y plantas madereras, que representan un uso intensivo de trabajadores, será insostenible.
En Ñuble, en los últimos cinco años, cerraron 26 aserraderos, lo que representó una disminución del 35,6% del total, con un fuerte impacto en el empleo, principalmente en las comunas rurales de la región.
El fondo del problema se puede atribuir, por un lado, a la ausencia de una política de fomento forestal durante los últimos diez años, lo que ha significado que no se ha plantado lo suficiente ni siquiera para reponer la materia prima. Y, por otro, a una peligrosa concentración del mercado, dominado por dos grandes actores que se integran verticalmente en la cadena de valor, desde la propiedad de las plantaciones hasta la elaboración de bienes finales, lo que hace más difícil para las pymes madereras acceder a materia prima.
Si a esas dificultades se añade el encarecimiento de los costos de la energía y de la mano de obra, el resultado es un sector menos competitivo y, por lo tanto, más vulnerable a los factores externos, por ejemplo, a los aranceles anunciados por el gobierno de Estados Unidos y a sus efectos en el mercado mundial de la madera.
Dado este escenario, se valoran aquellas iniciativas que buscan fortalecer el sector, por ejemplo, a través de la construcción industrializada de viviendas o la elaboración de pellets; así como la apertura de nuevos mercados y la incorporación de más tecnología; pero en la medida que no se discuta en serio la implementación de un instrumento de fomento forestal, diseñado con un fundamento técnico y no ideológico, el rubro maderero estará condenado a la desaparición de los pequeños y medianos y a la concentración en muy pocos actores.