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Incentivos para reciclar

Cristian Cáceres

Las apelaciones a disminuir nuestra producción de residuos y reciclar la basura suelen partir de la premisa que las acciones individuales importan, sin embargo, la realidad es que, en general, tienen poco impacto.

Aquello queda demostrado en diversos testimonios recogidos por el reportaje titulado “Radiografía al reciclaje en Chillán: ¿Son eficaces los puntos verdes?”, que presentamos en la Edición Domingo, donde vecinos, dirigentes sociales y expertos coinciden en que el reciclaje, al ser una acción ciudadana asociada a decisiones individuales, ha tenido un impacto marginal, simbólico.

En todo caso, lo simbólico no es malo. De hecho es muchas veces necesario. Las batallas ambientales se dan efectivamente en el ámbito de lo simbólico. Pero lo cierto es que el reciclaje seguirá siendo una acción individual marginal mientras el costo de disposición de residuos siga siendo bajo. No habiendo incentivos económicos para reducir nuestros residuos domiciliarios, la motivación ambiental de carácter altruista seguirá siendo insignificante.

¿Cuáles, entonces, son las acciones individuales no concertadas que generan impactos ambientales positivos, no marginales? Probablemente ninguna. La acción individual no impactará a no ser que logre escalar, concertarse, o bien generar una estructura de acción mayor.

En la capital regional se han instalado 90 sitios de reciclaje municipales en escuelas, juntas de vecinos, jardines infantiles, centros de salud e instituciones. Se han entregado composteras y vermicomposteras a vecinos, además, se ha trabajado con recicladores de base, entre otras estrategias de gestión de residuos. Sin embargo, el impacto ha sido menor, y mientras unos pocos reciclan, aumentamos nuestro consumo exponencialmente. Las estadísticas son reveladoras y contundentes: la generación de basura en Chillán creció más de 30% la última década.

Desde las instancias de Gobierno se constata un paulatino incremento de recursos para acciones destinadas a incentivar el reciclaje de desechos, pero su efecto aún es marginal, debido a que la mora es muy grande, pues en las últimas dos décadas, las políticas públicas nacionales y los programas locales fueron débiles en todos los sentidos: presupuestario, político y educacional.

Los desafíos ambientales no se dan en el marco de las acciones individuales, por mucho que se intente “evangelizarnos” de lo contrario. Los desafíos se dan en las acciones concertadas, en políticas públicas sólidas e innovadoras, debidamente financiadas y respaldadas políticamente y por eso habrá que seguir con atención qué impacto tienen los fondos del Ministerio de Medioambiente para reciclaje y protección ambiental destinados a los municipios de la región, lo mismo que los planes para habilitar nuevos puntos verdes y el programa Ñuble Circular que financia el gobierno Regional. Desde el punto normativo, en tanto, debemos poner atención en los efectos de la implementación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) y la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos (ENRO).

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