La Región del Ñuble enfrenta una temporada marcada por un notorio aumento en la ocurrencia de incendios forestales. Según los datos oficiales de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), desde el pasado 2 de julio y hasta noviembre, se han registrado 31 siniestros en Ñuble, con una superficie afectada de 25,2 hectáreas. Esto significa un aumento de un 19% en ocurrencias en comparación con 2024, cuando hubo 26 incendios en el mismo periodo de tiempo, que evidencia la presión sobre un territorio expuesto a altas temperaturas, sequedad y algunas zonas de interfaz urbano-forestal vulnerables.
Es por eso que para anticipar las coordinaciones y mejorar el tiempo de respuesta, el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) declaró en noviembre una Alerta Temprana Preventiva por calor extremo para la Región de Ñuble y el resto del país, desde Arica y Parinacota hasta Los Lagos, medida que estará vigente hasta el 31 de marzo de 2026.
A pesar del incremento, en el último quinquenio dicha cifra se redujo un 20%. Número que no puede interpretarse como un alivio. La variable decisiva sigue siendo la ocurrencia del último año, ya que más incendios implican más puntos de riesgo, más recursos desplegados y mayor exigencia para las brigadas y comunidades locales.
En este escenario, la prevención adquiere un valor que no se puede sustituir. Las jornadas de reducción de material combustible, despeje de senderos, manejo de pastizales y eliminación de especies invasoras es solo un ejemplo de lo que hoy resulta imprescindible a nivel regional: anticipar, limpiar, ordenar y educar antes de que el fuego pueda aparecer. Cada metro de vegetación manejada, cada residuo retirado y cada punto de interfaz forestal intervenido representa un incendio menos que puede escalar.
La participación comunitaria también se ha vuelto un componente clave. Vecinos, voluntarios, equipos municipales y organismos públicos han reforzado la entrega de recomendaciones, rutas de evacuación y medidas de autocuidado. La prevención no ocurre solo en los cerros o en los bosques; ocurre también en patios, accesos, viviendas y decisiones cotidianas.
A medida que ya se aproxima el verano, Ñuble comienza a experimentar temperaturas más altas. Frente a ello, la prevención se transforma en la primera línea de defensa.



