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El número de incendios en Brasil continúa en aumento a pesar de que el gobierno prohibió el jueves, por decreto y con limitadas excepciones, la quema en todo el territorio nacional.
Durante las primeras 48 horas de vigencia del decreto, los datos satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) contabilizaron 3.859 nuevos focos de fuego, de los cuales unos 2.000 están concentrados en la región amazónica.
Desde enero hasta el 30 de agosto, Brasil registra 88.816 puntos de incendio, según el INPE, 51,9% de ellos en la selva tropical, una concentración que según especialistas es dramática y consecuencia directa del aumento de la deforestación.
Brasil atraviesa su temporada de sequía, pero expertos advierten que 2019 ha sido más húmedo que años anteriores y recuerdan que en la Amazonía no se producen incendios de forma natural, sino por acción humana.
Los datos satelitales dan cuenta del aumento de la deforestación en la región, que es atribuida al avance descontrolado de madereros y hacendados. Estas acciones de explotación que amenazan zonas de protección ambiental y tierras indígenas se han visto potenciadas por el discurso pro-explotación de la selva del presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro y su gabinete, según instituciones y oenegés ambientales.
En una edición extra del diario oficial, el gobierno publicó la noche del viernes un nuevo decreto que restringe la prohibición de fuego a la llamada Amazonía Legal, compuesta por los nueve estados brasileños por los cuales se extiende la selva tropical, liberando su uso con autorización previa “cuando imprescindible” en prácticas agrícolas en el resto del territorio nacional.
Sin embargo, especialistas se mantienen escépticos sobre el impacto de la medida. “Ese decreto vino muy tarde, es más un gesto político para mostrar que trabaja en la contención de los incendios forestales”, dijo Rodrigo Junqueira, investigador del Instituto Socioambiental (ISA).
Junqueira apunta que “la mayor parte de los incendios son criminales. Quien es criminal no respeta la legislación, no es por un nuevo decreto que los criminales van a dejar de quemar”.
Bolsonaro -que restó importancia a donaciones internacionales para preservación ambiental, minimizó la crisis y señaló a las oenegés como posibles autoras de los incendios- sólo reaccionó cuando la comunidad internacional expresó preocupación por la situación de la Amazonía, y especialmente cuando el presidente francés Emmanuel Macron planteó la posibilidad de conferir un estatuto internacional a la selva amazónica.
El presidente brasileño, enunciando un discurso nacionalista, autorizó el envío del ejército para ayudar en el combate a los incendios y ordenó la prohibición de los mismos. Sin embargo, en sus declaraciones recientes continuó defendiendo la explotación comercial de zonas ambientales y tierras indígenas, protegidas constitucionalmente.