Señor Director:
En respuesta a los desafíos fiscales de la digitalización de la economía, cuyo crecimiento ha acentuado prácticas tributarias dañinas, provocando pérdidas estimadas en USD 200 billones anuales de recaudación en el mundo, en diciembre pasado, 136 países –incluyendo Chile–, acordaron un impuesto mínimo mundial. Se busca que los grupos empresariales –con ingresos superiores a los 750 millones de euros–, tengan una tasa mínima efectiva de un 15% sobre sus utilidades mundiales, pudiendo recaudar USD 150 mil millones, tras una implementación gradual a 10 años, según cifras de la OECD.
En Chile, incluso si no se adopta cabalmente, su aplicación tendrá efectos en el marco tributario, sobre la tributación de la renta de las operaciones internacionales; en las operaciones con jurisdicciones sin tratado tributario con Chile; en los incentivos fiscales vigentes; en las fuentes de información y mecanismos de colaboración con diferentes administraciones tributarias; en los métodos de fiscalización de grupos empresariales y esquemas tributarios, en las reglas de precios de transferencia; y en el cumplimiento tributario voluntario, por nombrar algunos.
Resultará fundamental que este escenario único en la historia tributaria mundial sea considerado en el diseño de la anunciada reforma tributaria. El objetivo es poder armonizarla con este nuevo estándar global, asegurando los objetivos de largo plazo del sistema tributario chileno junto a la recaudación esperada.
Víctor Villalón
Académico Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile