Se acabaron los misterios en torno a las primarias legales que se realizaron este domingo en la Región de Ñuble y el país. No había grandes expectativas y el proceso estuvo a la altura de esa apatía de base que lo precedió. De hecho, la baja afluencia de electores fue la principal característica de una jornada donde la participación a nivel nacional no superó el 3% y a nivel regional el 2,5%, que equivale a 10.427 personas de un total de 414.485 ciudadanos habilitados para sufragar en Ñuble.
La situación no fue muy distinta en el resto del país, donde la participación promedió el 2,89%. De hecho, en la región del Bío Bío fue 1,74%, la más baja del país; mientras que la más alta se registró en Aysén, con un 9,37%. A nivel comunal, Chillán Viejo exhibió la tasa de participación más alta, con un 6,13%, debido a que en dicha comuna -la única de la región- también se realizó la primaria de Chile Vamos para elegir a su candidato a alcalde. En tanto, en Ñiquén se observó la tasa más baja, de apenas 1,08%.
Cuando en 2013 nuestro país adoptó el mecanismo de elecciones primarias, lo hizo con el objetivo de que la ciudadanía, sin necesidad de hallarse afiliada a un partido político, pueda intervenir directamente en el proceso de selección de los candidatos a cargos de representación popular. Se trata de un objetivo loable, pues aumenta la representatividad y mejora la legitimidad política. Pero, paradójicamente, estos comicios distaron mucho de consagrar ese objetivo, pues solo se realizaron en algunas comunas y no todas las fuerzas políticas estuvieron representadas. De hecho, para la elección de gobernador, en Ñuble solo tuvo primarias el pacto Unión Constituyente, integrado por los partidos tradicionales de la ex Concertación; mientras que a nivel municipal, solo hubo primaria en Chillán Viejo y adscrita exclusivamente a la derecha.
Lo absurdo de las explicaciones del por qué este proceso no involucró a todas las fuerzas políticas solo ahondan el error y la censura social por la mala praxis.
Con voto voluntario, y un sentimiento generalizado de profunda decepción de los partidos políticos, no debería sorprendernos la alta abstención registrada ayer. Además, pesaron otros factores como el bajo nivel de interés que genera la falta de competencia, y para rematar, el factor del miedo a los contagios de covid-19, lo que para muchos fue también un potente desincentivo a la participación.
Este fue el poco virtuoso escenario que se dio para esta elección primaria, de carácter legal, en pandemia, que llevó a unos pocos a celebrar el triunfo y a otros –igual de pocos- a lamentar la derrota. Sin embargo, conviene preguntarse: ¿Qué legitimidad tienen las decisiones que adopta menos del 3% del electorado? Y a renglón seguido: ¿existe una verdadera valoración de la democracia en Chile y nuestra región?