Señor Director:
La ONU ha dado aprobación a un documento titulado Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2020, una “carta de navegación”, destinada a orientar sus pasos hacia el futuro. A primera lectura no habría mayores objeciones a grandes objetivos de progreso, convivencia y justicia social; no obstante, una lectura atenta mostrará cómo grupos ideológicos minoritarios están otorgando rango mundial a planteamientos discutibles.
La “perspectiva de género” no podía faltar y la imprecisión en materia ecológica deja abierta la puerta para que grupos extremistas opongan resistencia al desarrollo con objeciones ambientales como ha ocurrido en el sur de Chile, donde un proyecto que protege a más de medio millón de árboles, pero que requiere eliminar seis, está paralizando una fuerte inversión. Desde luego que el indigenismo se mete por la ventana. En esta y otras materias, la burocracia internacional ha logrado resoluciones que los representantes de países suelen firmar sin ningún conocimiento previo de sus parlamentos y opinión pública. Chile ha suscrito convenios en los cuales hemos venido a saber cuando en la fracasada Convención Constituyente se apoyaron propuestas con estos respaldos internacionales.
Como la mayoría de nuestros políticos cobran caro pero trabajan poco y saben menos, nos estamos obligando internacionalmente sin que el 99% de los chilenos lo sepa.
En esta misma línea, se propicia la “interculturalidad”, que abre las fronteras propiciando derechos migratorios, nueva versión del “internacionalismo proletario”. El asilo es un avance civilizatorio, lo dice nuestro himno nacional, pero otra cosa es la puerta abierta indiscriminada.
Alejandro Witker
Historiador