Señor Director:
¿Recuerda usted cuando a un parlamentario le preguntaron si conocía a una señora que cobraba por servicios prestados en su oficina parlamentaria? Su respuesta fue que no la conocía, pero se quedó estupefacto cuando le recordaron que era su esposa. Era, sin duda, un caso de ese nepotismo que campea con desvergüenza en el Congreso Nacional.
A ese mismo parlamentario se le presentó públicamente una contratación de cientos de falsos exonerados políticos convertidos en seguros electores para su continuidad parlamentaria.
Imposible no llamar cohecho con fondos públicos y, de paso, falsificar documentos oficiales.
Es el mismo parlamentario que hizo el numerito central en la acusación destinada a destituir al Presidente de la República acusado de acciones impropias de su cargo y de faltar al honor de la República.
El Honorable habló indignado por el agravio del Presidente a su alta investidura. Dicen que en su larga perorata comió pasas. ¡Qué buen alimento señalado por la tradición como estimulante de la memoria! Al orador parece que le sobra lengua, pero le falta memoria para acordarse de que tal vez no era él el más indicado para acusar al Presidente.
Alejandro Witker
Historiador