Señor Director:
Chile ha cambiado drásticamente en los últimos 30 años. Han avanzado las condiciones materiales, cambiado las expectativas frente a la vida y se han transformado los vínculos sociales y el tejido comunitario. Un ejemplo es la transformación en la composición de los hogares, particularmente cuando analizamos los unipersonales. En 1990 representaban un 7% de la población y hoy son el 20%. A pesar de su magnitud, la realidad de los hogares unipersonales concita escasa atención y son prácticamente invisibilizados.
Como son hogares de una sola persona, no reflejan familias y tienden a no ser priorizados por las políticas públicas. No existen programas orientados específicamente a este segmento aún cuando son más de 576 mil personas. Un estudio de Déficit Cero concluye que en la mayoría de los hogares unipersonales sin viviendas adecuadas, se habita en precariedad y fragilidad, prima un sentimiento de soledad, se percibe abandono de lazos familiares y comunitarios, y hay una sensación de ser invisibles ante las instituciones.
Teniendo una crisis habitacional que afecta a millones de hogares, entender la demanda por vivienda ayuda a identificar grupos prioritarios y los hogares unipersonales son ciertamente uno de estos. Al momento de buscar soluciones, aparecen en el contexto internacional ideas como la corresidencia o el impulso a un sistema de arriendo público para hogares unipersonales en lugares próximos a servicios. Los hogares unipersonales crecen en Chile. Que ese crecimiento no signifique un creciente abandono.
Sebastián Bowen
Director Ejecutivo Déficit Cero