Hito vitivinícola para el Valle del Itata

El pasado 7 de octubre, el SAG publicó las resoluciones 8137/2025 y 8138/2025, mediante las cuales se incorporaron en la “Lista de variedades oficialmente descritas” dos cepas viníferas únicas en el mundo descubiertas en el Valle del Itata.
El mérito de este hito le corresponde al productor de Ránquil, Víctor Castellón, fundador de la Viña Castellón, en cuyos viñedos existen variedades criollas con características particulares que las diferencian de las cepas patrimoniales presentes en Itata, como Moscatel, Cinsault y País, entre otras, y también distintas a las llamadas cepas “finas” francesas que abundan en la zona central y en el retail.
Según declaró a La Discusión, Castellón tocó las puertas a nivel local, pero no encontró el apoyo esperado. Sin embargo, no se desanimó y continuó en aquella búsqueda porque estaba convencido del enorme valor que representan estas cepas para el patrimonio del Valle del Itata y para las futuras generaciones.
Castellón, heredero de una tradición familiar de viñateros, logró en Santiago el apoyo de la Escuela de Agronomía de la Universidad Mayor y del INIA La Platina, equipos con los que trabajó durante más de cinco años en la identificación genética y caracterización de estas variedades que por siglos crecieron libres y se adaptaron naturalmente al secano interior del Valle del Itata, sin necesidad de portainjertos ni intervenciones externas.
Y no son solo dos cepas, ya que, según reveló, tiene otras cuatro nuevas solicitudes de inscripción de variedades en revisión por parte de la autoridad.
Para este productor, el mega incendio de 2017 y las pérdidas que representó fueron la señal de que no podía seguir haciendo lo mismo. “Había que innovar, diferenciarnos, y rescatar la verdadera identidad del Valle del Itata”, sostuvo Castellón, a quien la vida le ha enseñado que cada crisis es una oportunidad.
Él sabe que el Valle del Itata no son solo las parras centenarias, el suelo o el clima; sino que es también una cultura y un modo de vida, resultado del esfuerzo de generaciones de viñateros, una herencia que suele estar amenazada por la propia industria, como también por factores externos, como la competencia por el uso del suelo, el escaso valor que la sociedad le asigna a este patrimonio y el peligroso asistencialismo, que perpetúa la pobreza de ingresos y de innovación.
Sin duda, el registro representa un hito patrimonial y cultural. Por ello, Castellón también subraya que no le corresponde apropiarse de estas cepas y asegura que serán de libre uso para el mundo vitivinícola.
Estas cepas provienen del Valle del Itata, la cuna de la vitivinicultura en Chile. Preservarlas, reconocerlas y darles identidad propia es un acto de justicia con la historia, una historia que se descorcha todos los días en mesas de Londres, Sao Paulo y Santiago y cuyo relato sigue conquistando a miles.
Como Víctor Castellón, en Itata hay un creciente grupo de productores que están trabajando e innovando, con esfuerzo y pasión, la mayoría de las veces sin apoyo y en silencio, rescatando lo mejor del Itata en una botella y, lo más importante, revalorizando y preservando este valioso patrimonio que es de todos los ñublensinos, aunque muchos aún no lo conozcan.