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Hacinamiento y sobrepoblación. Falta de médicos o, incluso de acceso permanente al agua potable. Esas son las características que definieron el estado del sistema penitenciario de Ñuble.
Así lo dejó ver el Estudio de las Condiciones Carcelarias en Chile, realizado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) entre 2016 y 2017 en cuatro penales de la entonces provincia: Quirihue, San Carlos, Yungay y Bulnes.
Según reveló el documento, en 2016 el estado del circuito era más que complicado. El penal de la capital de Punilla y el de Yungay, se encontraban en hacinamiento crítico, mientras que el centro de Bulnes, estaba categorizado en hacinamiento alto.
En el catastro del año siguiente, la situación mejoró considerablemente. La cantidad de internos bajó, de forma tal que el penal de la capital de Diguillín fue categorizado en sobreocupación, al igual que el de San Carlos. Sólo Yungay permaneció en hacinamiento crítico.
En concreto, en 2016 la cantidad de internos llegó a 131 en Bulnes, quienes convivieron en una cárcel diseñada para 98, lo que arrojó una sobrepoblación de 133,7%, que en 2017 se redujo a 106,1%.
En San Carlos, en tanto, el penal está diseñado para contener a 66 internos. No obstante, en 2016 el registro fue de 104, con una sobrepoblación de 157,6%, la que también al año siguiente disminuyó a un 115,2%.
Al igual que la cárcel de Punilla, el centro de Yungay dispone de espacio para 66 presos. Sin embargo, a 2016 convivían 129, anotándose con la sobrepoblación más crítica de Ñuble con un 195,5%.
La cifra, no obstante, varió positivamente en 2017 situándose en 145,5%. Aún así, manteniéndose en nivel crítico.
Finalmente, en Quirihue, capital de Itata, durante 2016 hubo 93 reos en un recinto con capacidad para 78, por lo que la sobrepoblación fue de 119,2%, disminuyendo en 2017 a un 71,8%.
Sin agua ni médicos
El estudio del INDH profundizó en condiciones básicas de acceso a atención médica al interior de los recintos penales del país, así como también el suministro de agua potable.
Y es que, por insólito que pueda parecer, ninguno de los cuatro penales de la región cuenta con acceso permanente al agua potable, en todas sus dependencias, durante 24 horas.
También en materia sanitaria, el resumen de las condiciones del sistema penitenciario reveló que ningún centro de Ñuble cuenta con médicos.
De esta forma, en la cárcel de Bulnes entre 2016 y 2017 sólo hubo dos paramédicos. Igual situación a la de San Carlos, donde a los dos profesionales se sumó en 2017 otro funcionario de esta área.
La situación más compleja se registró nuevamente en Yungay donde sólo un paramédico debió atender a la población de 96 internos registrada en 2017.
En Quirihue, el escenario es el mismo: un paramédico para 56 reos.
Allanamientos y lesionados en riñas
De acuerdo a lo precisado por el INDH, durante 2016 y 2017 los cuatro penales de Ñuble totalizaron 95 internos lesionados durante riñas.
En detalle, 27 fueron de Yungay entre 2016 y 2017. En Quirihue se registraron 14 reyertas en el mismo período.
En la capital de la provincia de Punilla ocurrieron 12 hechos de violencia con lesionados entre ambos años.
La cifra negra se la quedó el penal de Bulnes con 42 lesionados durante riñas entre 2016 y 2017.
En materia de allanamientos, durante esos dos años se realizaron 942 operativos en los cuatro cárceles analizadas.
La mayor cantidad de ellos (626) ocurrieron al interior del penal de Quirihue.
En tanto, 105 tuvieron lugar en Yungay, 128 en Bulnes y 83 en San Carlos.
Castigos y sumarios
Durante 2016 y 2017, los internos de la cárcel de Bulnes registraron la mayor cantidad de sanciones con 96 en ambos años.
En San Carlos, en tanto, las sanciones registraron un aumento entre 2016 y el año siguiente pasando de 40 a 62.
Los casos más reducidos fueron los de Quirihue, que registró 13 castigos en 2016 y 14 en 2017; Yungay sólo 17 en 2017.
En contraparte, el INDH también catastró los sumarios realizados a funcionarios de Gendarmería por eventuales malos tratos a la población penal.
Según el estudio, en 2017 en Yungay se llevaron a cabo 4 sumarios, mientras que en Quirihue hubo uno en 2016, lo mismo que en San Carlos.
En Bulnes en tanto, la cantidad de investigaciones creció de una en 2016 a cuatro en 2017.
Tecnología limitada
Otro de los aspectos que midió el catastro del INDH entre 2016 y 2017 fue la existencia de tecnología, para garantizar la seguridad al interior de las cárceles de Ñuble.
El estudio dio cuenta que en 2016, los penales estaban mejor equipados que al año siguiente.
De ello dieron testimonio los recintos de Quirihue y Yungay que pasaron de tener 12 y 17 paletas detectoras de metal, a 9 y 6 respectivamente.
En contraste, las cárceles mejor equipadas son las de Bulnes y San Carlos que cuentan con 12 y 15 paletas, además de una silla detectora de metales cada una, y un arco detector de metales en el centro penitenciario de Diguillín.
Revisa aquí el estudio completo:
Estudio de Condiciones Carcelarias de Chile by La Discusion on Scribd