Tanto en el Ejército como en Carabineros, la PDI y en la misma intendencia, sus encargados de comunicaciones no sólo deben leer la prensa cada mañana, y las respectivas actualizaciones en los portales digitales, para entender cómo se transmiten y cómo se reciben los mensajes que, a través de estos canales, le entregan a la ciudadanía; además, leen prácticamente todos los comentarios que los lectores dejan en las respectivas redes sociales.
Todos. Los que escriben otras autoridades, candidatos, gente de Gobierno, de oposición, personas con o sin estudios, niños, adolescentes más o menos informados, haters, generadores de desinformación, los que hacen personas que ven conspiraciones en todo y gente que aplaude lo que sea. Todo.
“Y la verdad, es que no hay cómo darle en el gusto a nadie. La gente reclama por todo, critica por todo. A veces se toma una decisión y la mitad la aplaude y la otra mitad la odia. Nos insultan, nos descalifican y dicen que no trabajamos, que no hacemos la pega”, cuenta una fiscalizadora de la seremi de Transportes que junto a personal municipal y del Regimiento de Chillán, como cada noche, se dieron cita en distintos puntos de la capital regional para fiscalizar el tránsito durante el toque de queda en esta cuarta pandemia.
Esto, mientras despachaba un nuevo sumario a un vehículo cuyo conductor había salido pese a estar con restricción, pese a tener su salvoconducto expirado hace más de dos horas y además, con una pasajera que tampoco tenía los permisos necesarios.
Reclamó, desde luego, que no se le había aplicado criterio, que era urgente salir ya que la acompañante tenía que ir al terminal de buses y otro montón de sugerencias sobre cómo debía ser todo.
Nuestro equipo de LA DISCUSIÓN, que fue invitado a observar el proceso de fiscalización del último viernes en la noche constató que, sólo en la intersección de avenida Vicente Méndez con Paul Harris se cursó una infracción cada 17 minutos, aproximadamente, entre las 22 y las 24 horas.
Por eso, no es de extrañar que a diario, Carabineros informe de un promedio de 40 infracciones y 12 detenidos al día por este tipo de vulneraciones.
Sin embargo, la estadística más llamativa está lejos de ser la cifra de detenidos o de partes cursados. El Ejército cuenta con apenas 57 funcionarios para ejercer labores de fiscalizaciones para las 21 comunas de Ñuble.
Por tal razón, se designan patrullas de tres efectivos para que estén, por ejemplo, una jornada en una comuna, y luego otra tanda en la tarde, evidentemente cubriendo no más de dos puntos por comuna, los que se escogen conforme a los estudios de movilidad.
En Chillán, los efectivos son en total nueve, acompañados por un comandante o por el propio Jefe de Defensa. Por tal razón, se puede cubrir un máximo de tres a cuatro puntos diarios de fiscalización en la capital regional.
Si se considera al personal civil, perteneciente a los 21 municipios y a los fiscalizadores de las seremías regionales, en total son 283 personas quienes deben realizar estas labores las 24 horas por los siete días.
“Lo que más nos cansa”, explican, “son los puntos en los peajes, porque ahí es uno tras otro y otro, sin descanso, ni tiempo para ir al baño”.
Las “chivas” se repiten
Un Uber sin la patente trasera, con prohibición por restricción y con una pasajera bajo influencia del alcohol fue uno de los que resultó infraccionado en ese punto, el viernes.
“Tengo que ir a dejarla al hospital porque está enferma”, se excusó el conductor.
Sin embargo, la fiscalizadora de Salud nos dice luego que ya ha escuchado esa excusa antes. “De vez en cuando aparcen los Uber con pasajeras en estado de ebriedad simulando crisis de pánico e incluso, una vez nos salió una mujer que cuando se le pidieron los permisos empezó a fingir que estaba con trabajo de parto y no tenía ni guata”, relata.
35 mil permisos diarios
En el mes de diciembre de 2020 asumió como comandante del Regimiento de Chillán, el coronel Jeffrey Bagatelli, quien ya este mes de enero asumió, además como Jefe de Defensa de Ñuble.
Es la primera vez que esa función se le entrega a un militar sin rango de general; y además, es la primera vez que se deja esa responsabilidad a un funcionario del regimiento local.
El coronel, venía de Santiago y al llegar a Chillán observó que “en el centro no se podía ni caminar. Estaba lleno de personas, realmente me impresionó. Era demasiada la gente”.
Dice comprender que cada uno tiene sus motivos plausibles y esenciales para hacer trámites, para aprovisionarse o para poder trabajar. “Pero también es cierto que la cantidad de salvoconductos provisionales que se entregan son muchos. De hecho, yo diría que más del 95% de las personas fiscalizadas está con su salvoconducto, por lo tanto autorizada para circular en la vía pública”.
Pese a que pertenece a una institución obediente y no deliberante, se reserva su opinión respecto a la cantidad de permisos otorgados a diarios en Chillán (Sobre 35 mil). Pero, honestamente, no era necesario que la manifestara. Estaba clara.
Así, entre discursos exigiendo cuarentenas y más fiscalizaciones, entre voces que dicen que la pandemia es una farsa, que las cuarentenas no son efectivas para bajar los contagios y otras, que apuntan a que el descalabro económico será incluso más nocivo que el propio virus, el Ejército ha buscado analizar las formas de servir los requerimientos de cada comuna.
“Se han buscado maneras de hacer que se cumplan las medidas sanitarias, pero a la vez tratando de facilitarle la vida a quien tiene que salir a trabajar o hacer sus trámites más urgentes. Pero hoy las fiscalizaciones son más exigentes, tenemos que llegar más al detalle en la revisión de los permisos y salvoconductos, porque hay muchos que te muestran permisos expirados o salvoconductos laborales, pero fuera de horario. Eso hace que cada fiscalización sea más larga y eso va generando los tacos que tanto incomodan a los conductores”, explica el coronel Bagatelli.
La autoridad no desconoce que hay un segmento de la población que exige más flexibilidad para poder trabajar, es decir menos cuarentenas.
Sabe que hay menos temor al virus que en los primeros días, en los que se sugería cambiarse de ropa y ducharse cada vez que se llegaba a la casa. Está consciente que hay casi 800 personas que han sido detenidas más de una vez, por lo tanto negar que ya hay cierta rebeldía ante el Estado de Excepción sería un despropósito.
“Revisando las primeras cuarentenas de Chillán, notamos que la movilidad bajó un 36%. En cambio en éstas dos últimas ya es menos del 16%. La gente ya ha estado un año en esto y lo entendemos, pero nuestro deber es velar por la salud y eso requiere que las personas no salgan, que haya menos movilidad y esa es nuestro trabajo”, observa.
Al menos, le conforta el observar respeto en las calles. “Acá en Ñuble la gente es respetuosa con los militares y con todos los fiscalizadores en general. Ayer (el jueves) de casi 8 mil conductores controlados, apenas dos nos hizo algún gesto de molestia, el resto lo entiende. Pero nuestro personal también está cansado, ellos están horas parados con un chaleco antibalas y un casco y eso agota, sin embargo, lo hacemos porque es nuestro deber y porque los estamos cuidando a todos, al que cree y al que no, al que reclama y al que colabora, lo único que pedimos es que entiendan que mientras más nos ayuden, mientras menos movilidad haya, saldremos mucho antes de todo esto”.