Señor Director: Con estas palabras, robadas a un titular de prensa, inicié mi intervención en reunión con el Seremi de Educación de Ñuble, convocada para la conformación del Consejo Asesor Regional del programa Mineduc, denominado “Paso a paso abramos las escuelas”. Nuestra posición, dijimos, es clara, coherente y consecuente: la Escuela presencial es irremplazable y en definitiva si la única salida, y desdichada solución, es privar a las alumnas y alumnos de esa experiencia única, habremos de pensar de qué forma vamos a entregar los otros aspectos esenciales de la educación, como son el desafío de aprender a vivir y convivir en sociedad, la recreación o cumplir su rol protector, como señala la Unicef.
Es decir, cómo recuperamos el sentido de una nueva comunidad educativa y cómo nos reconocemos como habitantes de ese espacio ahora diferente y tal como señala el rótulo birlado, hacemos de este deber superior algo más que un debate ideológico, porfiado, voluntarista y tautológico; algo digno, que como lo han enunciado las universidades, nos permita descubrir en la incertidumbre una oportunidad para soñar esa “Nueva Escuela para la Sociedad del Futuro”. Ese tiempo es aquí y ahora.
La nueva escuela, inserta en un mundo altamente tecnológico e incierto, no será la misma y nuestra responsabilidad social es hacerla mejor, sin que pierda su esencia o vuelva la espalda a su historia, recuperando el sentido del “aula”; es decir el de patios, jardines y corredores abiertos al saber y a la esperanza. Parecidos a esos donde los maestros griegos enseñaban caminando En fin, amable lectora o lector, más allá de la pandemia, sus limitantes y razones obvias, negarnos a ese caminar o el atrincherarnos tras una posición ideológica, más allá de los pretextos, no tiene sentido. Es injusto para las familias y para la sociedad, es desleal con los valores filosóficos de la misión educativa, es una despreocupación fatal que contradice nuestro discurso corporativo y es ajeno a esa voz interior que a veces llamamos vocación.
Miguel Gaete de la Fuente