“Si usted es realmente de San Carlos, dígame quién es su papá”, le decían constantemente a Carolina Sepúlveda Sepúlveda, constituyente electa por el distrito 19, durante la campaña.
Y casi siempre, salía bien parada, pues contaba que era hija del funcionario municipal Heriberto Sepúlveda, y de inmediato le decían que lo conocían.
Creció “achoclonada”, viviendo con abuelos y tíos por ambos lados, unidad familiar que se mantiene hasta ahora, al igual que su conexión con el campo y la tierra.
Primera profesional de su familia, pasó del Instituto Santa María de San Carlos a la Universidad de Concepción, donde se tituló de ingeniera civil química.
Trabajó como investigadora, estudió un diplomado y un magíster en Medio Ambiente y gracias a una beca Conicyt, cursó un doctorado en Ingeniería Agrícola en la UdeC.
“Quise volver a mis raíces, que eran el campo, y cuando me especialicé en medio ambiente tomé un curso sobre energías renovables. Me di cuenta que la mayoría de las ingenierías ambientales están hechas para no contaminar post industria, es decir, que los procesos industriales sean lo menos contaminantes, pero si la energía que yo ocupo para todo el proceso es contaminante, no saco nada con limpiar después. Por eso estimé que había que conectar esto con las energías renovables, para que todo el proceso sea sustentable”, afirmó.
Durante su doctorado se ganó cinco pasantías a España, tanto chilenas como extranjeras, lo que le permitió pasar cerca de un año, entre idas y venidas, en universidades de Sevilla y Tarragona.
Luego, ingresó a trabajar a un centro de investigación de la U. de Talca; hizo clases en dicha casa de estudios y tuvo la oportunidad de liderar un equipo de energías renovables en agricultura de Indap a nivel nacional, con el cual viajó desde la Región de Valparaíso hasta Chiloé.
Vino el cambio de gobierno, en 2018, y fue reemplazada, lo que generó un cambio radical en su vida.
“Me corté el pelo. Yo soy bailarina de danza árabe y generalmente tuve el pelo muy largo, pero en un enojo contra el mundo, cual árbol que bota sus hojas para renacer, me corté el pelo. Volví a San Carlos, y como además de ingeniera soy astróloga y maestra de reiki en tres disciplinas actualmente, decidí transformar este hobbie en una actividad que me permitiera mantenerme, ya que estaba sin pega. Decidí, además, mejorar mi inglés, tenía algunos ahorros para hacerlo en el extranjero, pero en octubre de 2018 me dio una apendicitis que me costó $10 millones”, recordó.
El primer acercamiento de Carolina con las injusticias del sistema de salud lo vivió en esa oportunidad, cuando su isapre no le pagó lo que debía, retrasando con ello su viaje para aprender inglés.
“La isapre no respondió y tampoco se hizo valer la ley de urgencias como correspondía, pues cuando llegué estaba a punto de una peritonitis. Comencé mi lucha contra la clínica, la isapre y la Superintendencia de Salud, y revisando la cuenta, me di cuenta también que me habían cobrado cosas demás. El sistema está hecho para que tú te canses y digas, ya, pago. Pero como yo en ese momento tenía tiempo, luché”, recordó.
Igual, entremedio, decidió viajar a Dublín, Irlanda, a aprender inglés, donde la pilló el estallido social.
“Fue impactante volver a Chile. Yo salí en septiembre de 2019, y al volver después, era otro país. El metro que estaba cerca de donde yo viví en Santiago estaba totalmente quemado; el supermercado donde compraba ya no existía, fue fuerte. En Irlanda me preguntaban qué pasaba en Chile, y yo como astróloga algo pude presentir. En astrología lo único que muestra cambios son los eclipses, sobre todo, en los lugares donde se muestran. Hubo uno en julio de 2019, mes de cáncer, que representa al pueblo. Después está capricornio, que es el poder. Es el pueblo pisando el poder. Según la astrología, todo lo que está escondido, se ve en el mes de escorpio, que empieza el 20 de octubre. Sabía que pasaría algo importante en esa fecha”, contó.
En Irlanda participó en un par de marchas junto a otros chilenos y también extranjeros que los apoyaban.
A punto de terminar su curso y retornar, se declaró la pandemia por Covid.
“Me dediqué allá a limpiar casas, leer tarot, reiki, astrología y clases de danza árabe para vivir, porque una pieza compartida con cuatro personas me salía 450 euros (casi $400 mil). Me contagié de Covid allá, la pasé mal, quedé con algunas secuelas, y esto generó que la salud de mi papá en Chile, quien había tenido un derrame cerebral, se complicara. Decidí volver, pero por el cierre de fronteras pude retornar recién en julio de 2020”, recordó.
– ¿Ya en esta época tenías la inquietud por participar del proceso constituyente?
– Siempre supe que era posible cambiar la Constitución, esto viene casi desde el Sí y el No, cuando volvió la democracia. Siempre se dijo que debía haber cambios, hubo algunos con Lagos, después con Bachelet, pero nunca hubo cambios profundos.
– Pero cuando Bachelet llevó adelante un proceso constituyente, éste no fue bien acogido. Es más, este gobierno guardó ese trabajo en un cajón…
– Creo que los políticos lo miraron en menos, pero la gente, la ciudadanía, lo vio como algo importante, y que lo hayan guardado en el cajón, creo, fue en gran parte lo que generó el estallido social, porque quienes participaron no se sintieron escuchados. Muchos de quienes participaron en los cabildos de Bachelet fueron electos ahora como constituyentes independientes. Podríamos decir que Bachelet sembró la semilla que estamos recogiendo ahora.
– ¿Tras el acuerdo del 15 de noviembre definiste ser candidata a la Constituyente?
– No, antes. Lo que ocurre es que mi papá estaba por el Rechazo, y había tenido un derrame, por lo tanto, no podía alterarlo. Esperé al plebiscito y ahí les dije que quería ser parte de este proceso y competir como independiente. Poco antes, escribí en mis redes sociales a todos quienes conocía, comentándoles de esta idea y preguntándoles si me apoyarían, y la respuesta fue total. Fue mi propia encuesta. En un principio, mis papás me preguntaron si me había pegado en la cabeza, que cómo lo haría. No sabía el cómo, pero sí que quería participar de esto, y que el camino se acomodaría al caminar.
– ¿Cómo llegaste a Independientes No Neutrales?
– Mi hermano me envió un correo contándome que ellos estaban buscando candidatos. Yo ya había armado mis redes sociales, pero no sabía nada del proceso. La cancha estaba bastante más dispareja para los independientes, se debió hacer un trabajo conjunto con otros sectores para lograr que el Congreso aprobara la ley que nos permitió competir en listas. Hice unos flyer, y me fui a hacer campaña a las filas, para conversar con la gente. Puedo decir que el Covid jugó a mi favor, pues había filas en todas partes, y mi estrategia fue simple: como todos necesitaban sacar Clave Única, partí al Registro Civil, y aproveché de pedir que me patrocinaran.
– ¿Y qué les decías?
– Les decía que en ellos estaba la posibilidad de equiparar la cancha. Que así como estábamos, la izquierda y la derecha escribirían la Constitución, y que los independientes que quisieran competir, deberían hacerlo al alero de un partido político, marcados. “Yo estoy aquí, lista, con mi camiseta y mis toperoles para entrar a la cancha y ud. es el DT que decidirá si entro o no a jugar. Además, si me patrocina, ud. tiene cuatro meses para evaluarme como jugadora, y si no le gusto, puede votar por otro. Pero si quiere que sea distinto, patrocíneme. Hice reír a mucha gente, y no puedo decir que me fue mal, porque de ser alguien no conocida, sin grupos o movimientos de respaldo, logré 605 firmas, lo que me permitió ser la primera de la lista. Luego, en campaña, apliqué la misma estrategia.
– ¿Cuánto gastaste en tu campaña?
– Lo que me llegó por Servel fue $1.900.000, y junto a donaciones como camisetas, impresiones, valorizando todo, gasté como $4.400.000. Saqué casi 7 mil votos, fue una campaña muy austera, no tuve ninguna paloma, mi discurso fue ecológico; no tuve propaganda radial propia en Chillán, pero sí ocupé muchas redes sociales, además de recorrer casi todas las comunas.
Diálogo constructivo
– ¿Qué opinas de cómo quedó conformada la convención constitucional?
– Si vamos al principio de todo esto, todos decían que Arrau y Harboe iban a arrastrar, y con suerte iba a haber un cupo para un independiente. Que hayan salido dos independientes, entre ellos César Uribe, con quien me llevo muy bien, es fantástico, al igual que la votación de mi lista, que permitió que yo saliera constituyente. Hay que trabajar por lo que se viene y estar abiertos al diálogo, porque esto es para construir. Son las fichas que nos tocaron y nos tocará trabajar con ellas, lo importante es que el diálogo se dé tanto acá como a nivel nacional.
– ¿Identificas algún tema que vaya a ser complicado de abordar?
– El agua. Uno advierte altiro que será complejo, pues hay algunos constituyentes locales que tienen intereses al respecto, por lo que se tendrá que evaluar si tienen conflictos de intereses. Creo que pueden participar del debate en caso que los tengan, pero no de la votación, y eso dependerá del reglamento.
– ¿Los han contactado ya desde la secretaría ejecutiva de la convención?
– Hasta el momento no se nos ha contactado para ninguna reunión, solo lo hicieron la PUC y la U. de Chile para un conversatorio el pasado jueves. Pero solo asistimos alrededor de 100 de los 155 constituyentes.
– ¿Te consideras feminista?
– Sí, porque siempre he sido una mujer que ha abierto caminos en mi familia. He compartido mucho con mujeres, y en mi trabajo he tratado temas de narcisismo, problemas de autovalía y de valor, lo que también me llevó a ser constituyente. Trabajo con la gente diciéndole “atrévete, sal, busca tu futuro”, y yo sentía este llamado. Había que ser consecuente. Mi vida en sí ha sido la historia de una mujer empoderándose en todos los ámbitos, reaccionando cuando en un trabajo te piden que te vistas “mejor” o según ciertos cánones por el solo hecho de ser mujer.
– El hecho que la convención haya quedado conformada mayoritariamente por mujeres, ¿se notará en los resultados?
– Eso espero, pero debemos tener claro que el hecho que haya más mujeres no significa que sea más feminista. Sí me encantaría que la presidenta de la convención fuera una mujer, y ojalá, de pueblos originarios, porque eso marcaría el hecho que estamos realmente construyendo un nuevo Chile. Y si fuera posible que el vicepresidente fuera del grupo LGBTQI+, ahí estaríamos realmente tratando de trabajar por un Chile distinto, donde los grupos minoritarios están siendo escuchados y estamos validando a todos para centrarnos en las personas. Con esa disposición llego.
– ¿Cuáles son tus prioridades para el debate constitucional?
– Para mí es crucial que el medio ambiente sea sujeto de derecho, y establecer el derecho al agua. El agua y el medio ambiente están ligados. Me interesa que la Constitución tenga perspectiva de género, no más violencia a niños y mujeres, y que el Estado se centre más en el bienestar de las personas. Necesitamos, además, cambiar el estilo de democracia en Chile, pasar de una democracia representativa a una participativa que nos permita modificar leyes, hacer referendos revocatorios si es necesario, y darle más participación al territorio, que el territorio tenga más fuerza política, y que tengamos una sola cámara, porque dos cámaras siento que ralentizan el proceso. Se deben poner plazos a los parlamentarios para que implementen los cambios y moderar el actual hiper presidencialismo, al igual que hacerle profundos cambios al Tribunal Constitucional.