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El gobierno francés y los sindicatos se reunirán este miércoles para intentar encontrar una salida a la crisis tras casi dos semanas de huelga y manifestaciones contra una reforma de las pensiones, bajo la amenaza de nuevos bloqueos a tres días de las vacaciones de Navidad.
Los sindicatos, que el martes lograron sacar a las calles a cientos de miles de personas en todo el país, decidieron nuevas acciones locales para el jueves y hasta finales de diciembre, sin tregua de Navidad, y prometieron “consecuencias” si el gobierno no responde “en las próximas horas”.
Aunque el primer ministro, Edouard Philippe, dijo estar “determinado” a implementar esta reforma que fusionará los 42 regímenes de pensiones existentes en un sistema único y atrasará la edad de jubilación (de 62 a 64 años) para recibir una pensión completa, varios miembros del gobierno dieron señales de apertura.
Corre prisa encontrar una solución a apenas tres días del inicio de las vacaciones de Navidad que podrían verse perturbadas por una huelga en los transportes que este miércoles cumple 14 días.
Ir al trabajo o a sus lugares de estudio seguía siendo un desafío para miles de franceses, principalmente en la región parisina.
A primera hora del miércoles se registraban 350 kilómetros de embotellamientos en los accesos a París, un nivel excepcional en tiempo normal.
Desplazarse dentro de la capital era también una odisea: 8 de las 16 líneas del metro estaban cerradas, cuatro funcionaban parcialmente, y solo dos, totalmente automatizadas, operaban con normalidad.
Los trenes suburbanos y los autobuses circulaban con cuentagotas. Para evitar los codazos y empujones, muchos preferían tomar bicicletas o monopatines, o recorrer decenas de kilómetros a pie.