Hace 7 años, cuando el proyecto de creación de la Región de Ñuble comenzaba su ruta legislativa, el presidente de la Comisión Asesora para la Descentralización, Heinrich von Baer, propuso convertirnos en una zona piloto para atraer y retener profesionales talentosos y calificados.
Para el conocido líder regionalista, el territorio ya contaba en ese entonces con todas las herramientas para generar el capital humano necesario que sustentara la instalación de la nueva administración pública, además de una masa crítica suficiente para desencadenar más y mejores oportunidades de desarrollo.
Sin embargo, nada de ello ocurrió. Los servicios públicos de la naciente región fueron botín de la política y del gobierno de turno y la emigración de personas jóvenes con estudios superiores se acentuó, lo mismo que el arribo de hombres y mujeres con baja calificación y altos niveles de pobreza. En otras palabras, Ñuble importa pobres y capital humano con baja calificación, y está exportando jóvenes con mayor calificación.
Sobre las causas se ha dicho bastante y tienen que ver la mayoría de las veces con la búsqueda de mejores oportunidades laborales, ya que si bien la desocupación en la región no es muy alta, el mercado laboral no ofrece opciones para quienes tienen mayor calificación. De esta forma, jóvenes profesionales emigran con el deseo de ejercer en el área que estudiaron y obtener una retribución económica justa. Las cifras lo confirman, pues quienes emigran tienen una tasa de desempleo casi igual a cero.
Frente a este problema, conviene entender por qué la región no es capaz de retener su capital humano calificado y tampoco es capaz de atraer profesionales. Y la respuesta está en su matriz productiva, conformada principalmente por sectores primarios, como el silvoagropecuario, además del comercio, el sector público y una baja industrialización. Eso se traduce en empleos de inferior calidad, y por lo tanto, bajos salarios.
Frente a esta realidad se viene escuchando hace tiempo a líderes locales y a algunas autoridades, su preocupación por la necesidad de retener y atraer capital humano, sin embargo, hasta la fecha se trata solo de discursos, pues ninguna iniciativa se ha materializado.
Algunos sostienen que la respuesta debe provenir del sector privado, con mayor inversión en innovación y agregación de valor a la producción, pero otros, en cambio, plantean que es el Estado el que debe generar políticas que brinden las condiciones para favorecer el desarrollo económico y diversificar la matriz productiva, y definir planes que apunten directamente a retener y atraer capital humano.
La verdad es que ambas visiones son complementarias, pues la Región de Ñuble requiere de la participación de todos los actores, públicos y privados, para alcanzar este desafío; ya que contar con mayor capital humano contribuiría al desarrollo de más emprendimientos, innovaciones e investigación, lo que a su vez incrementaría la demanda por profesionales. Es, literalmente, un círculo virtuoso.