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Las tasas de inversión en la región no logran repuntar, y un ejemplo son los datos de permisos de edificación, que en 2023 mostraron los mismos magros resultados que se observaron en 2022 y todavía están lejos de recuperar los niveles prepandemia.
En la comuna de Chillán, el informe elaborado por la Cámara Chilena de la Construcción Ñuble, con datos del municipio, reveló que en diciembre pasado se aprobaron apenas 1.983 metros cuadrados, un 90% menos que los 19.735 m2 de diciembre de 2022. Así, el año pasado cerró con una superficie autorizada total de 180.124 m2, lo que representa un leve incremento de 0,4% en comparación con 2022, que alcanzó 179.341 m2. Sin embargo, los números están lejos de acercarse a los 317.697 m2 que se aprobaron en 2019.
De igual forma, al revisar las estadísticas del INE para la región de Ñuble, se verifica el mismo comportamiento, ya que entre enero y noviembre de 2023 la superficie autorizada alcanzó 398.849 m2, lo que es una pequeña alza de 2,4% en comparación con los 389.296 m2 de igual periodo de 2022, sin embargo, son números muy por debajo de los 629.004 m2 de enero-noviembre de 2019.
Los permisos de edificación son un indicador que anticipa el desempeño de la construcción, razón por la cual estos números no son una buena noticia para la región, ya que permiten proyectar que el sector seguirá marcando el paso, tal como lo viene haciendo desde 2020 en adelante, con la diferencia que el país ya no está enfrentando una pandemia.
Sin duda que la recesión, la inflación, la contracción del consumo, las altas tasas de interés y las dificultades de acceso a financiamiento han sido factores clave del escaso dinamismo de la inversión, lo que también se confirma al revisar las estadísticas de los proyectos que se someten a evaluación ambiental en el SEA.
Pero hay que reconocer que el escenario también ha estado marcado por la incertidumbre en lo político, con discusiones que ya se cerraron, como la constitucional, y otras que siguen abiertas, como la tributaria y la previsional.
A ello se debe añadir la “permisología”, que se ha convertido en el principal dolor de cabeza de los inversionistas, quienes se deben enfrentar a una danza de trámites en el sector público que pareciera no terminar, con el objetivo de obtener los numerosos permisos que se exigen, con la complejidad adicional que representa el proceso de evaluación ambiental, que puede tardar años.
Y en Ñuble, el rezago de infraestructura se hace cada vez más patente, con una red vial mayoritariamente de ripio, una red de transmisión eléctrica al límite, una conectividad digital que solo funciona en zonas urbanas y una reducida capacidad de almacenamiento de agua para riego.
En ese sentido, se valoran los anuncios del presidente Gabriel Boric, respecto al proyecto de Ley Marco de Autorizaciones Sectoriales y la reforma a la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, que permitirán reducir los tiempos de tramitación de los proyectos.
Por otro lado, para este año se espera un impulso dado por las inversiones del sector público, principalmente de los ministerios de Vivienda y de Obras Públicas, lo que contribuirá a mitigar los efectos negativos de este frenazo.
Es de esperar que a medida que avance el año se comience a observar una recuperación de los indicadores, como la superficie autorizada, de la mano de una lenta reactivación de la economía y la reducción de los factores de incertidumbre.