Señor Director:
En más de 500 años no hemos sido capaces de incluir y valorar nuestras raíces, pues siempre hemos estado hambrientos por consumir culturas extranjeras, pero poco dispuestos a enaltecer las tradiciones y visiones de nuestros antepasados. Por eso hoy, cuando ya gran parte del daño está hecho, sólo vemos violencia y fuego cruzado en este conflicto.
Por lo tanto, urge más que nunca una política de Estado reparatoria, reivindicatoria y sobre todo pacificadora, que logre lo que no se ha podido hacer en toda nuestra historia republicana, que es integrar a los pueblos originarios y darles el espacio que merecen sus culturas milenarias en nuestras instituciones.
Necesitamos un nuevo trato hacia nuestros ancestros y una nueva forma en que como sociedad nos relacionemos con estas etnias. Las huelgas de hambre, los canticos racistas, la quema de colegios y municipalidades poco ayudan a solucionar este conflicto, que cada día que pasa se hace más complejo y sangriento.
Es nuestro deber condenar con fuerza la violencia siempre, pero también propender hacia una solución dialogante y reparadora para lograr que, de una vez por todas, la cuestión indígena mejore.
Lucas Serrano Barraza