A pocos días de haber comenzado el período oficial electoral para elegir gobernador regional, alcaldes y concejales, cabe preguntarse cuál es el fin de las campañas políticas. Lo más obvio y simple es señalar que éstas se efectúan para dar a conocer a los electores las propuestas de los candidatos y candidatas, y de esta manera conseguir los votos para alcanzar el cargo al que aspiran.
Dentro de este proceso, que forma parte del ejercicio de la democracia, son varias las maneras de realizar campaña. Facebook, Twitter e Instagram llevan ya varios años permeando el quehacer político y particularmente las campañas electorales. Si la idea es llegar a donde esté la gente, las redes sociales son una buena opción, pues su uso, principalmente a través de los teléfonos, es muy extendido.
Pese a esto, se han ocupado poco. Todavía no han tenido roles muy fuertes, como en otros países, aunque es probable que en estas elecciones regionales y municipales -las primeras con sistema de inscripción automática y voto obligatorio- deberíamos ver un uso mucho más intensivo, como también los riesgos que trae consigo el intercambio en ese espacio virtual, como es la manipulación y la desinformación.
Los expertos coinciden en que las personas necesitan el contacto directo que genera confiabilidad y que no se suple por herramientas digitales. Son los llamados “puerta a puerta” o “uno a uno”, una de las modalidades más utilizadas, tanto por su bajo costo (factor siempre importante y más ahora tras el retorno del voto obligatorio), como por la posibilidad de establecer una cercanía con el elector.
Realizar una visita a un hogar o reuniones pequeñas, tiene una finalidad para algunos sectores de la población, ya que tal vez ésa es la única instancia que tengan para poder expresar lo que desean o lo que sienten frente a la autoridad o candidato, principalmente personas que no son usuarias de tecnologías de la información y especialmente de las redes sociales.
Desde otra perspectiva, la realización de estas viejas estrategias de campaña también tiene un objetivo para los candidatos y candidatas, ya que en la medida que son capaces de utilizar equipos cercanos a las personas, que generen empatía y confianza y que además sean creíbles en lo que plantean, los “puerta a puerta” pueden ser muy provechosos.
De hecho, coincide con los dos aspectos que más influirían en la decisión de voto de los chilenos y chilenas. Así al menos lo revelan recientes encuestas y estudios de opinión, donde el contacto directo con el candidato y las propuestas de trabajo por la región o comuna obtienen las mayores preferencias, superando a estrategias basadas en propaganda en vía pública y redes sociales.
En un mundo tan tecnologizado, recomendar un “puerta a puerta” parecería absurdo, sin embargo, la cercanía, la mirada a los ojos, la palabra bien expresada e igual de escuchada, no puede suplirse y como tal sigue siendo muy valorada por la ciudadanía.