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Luego que el Gobierno firmó este jueves el proyecto de ley de adaptabilidad laboral, las reacciones a favor y en contra no se hicieron esperar, concitando, en general, una amplia acogida en el mundo empresarial, pero un rotundo rechazo desde el sindicalismo.
Entre los principales cambios que plantea destacan la regulación del teletrabajo, la posibilidad de redistribuir las 180 horas mensuales con acuerdo del trabajador, así como la libertad para distribuir las horas extraordinarias, e incluso, la opción de reducir el tiempo de colación.
Alejandro Lama, presidente de la Cámara de Comercio de Chillán, recordó que “siempre hemos dicho que la flexibilidad laboral ayuda mucho a la formalización”.
El dirigente citó el caso de las lecherías, donde las faenas están determinadas por los tiempos de ordeña, “que no tienen mucho que ver con los horarios rígidos que contempla la ley y todo el mundo sabe que lo que se firma en el libro de asistencia es falso”.
Asimismo, mencionó que en rubros ligados al turismo, como hoteles y restaurantes, la dinámica exige contar con jornadas que se adapten a esos requerimentos, así como también en negocios con horarios poco convencionales.
El dirigente valoró que esta norma permitirá a los empresarios del comercio contratar a trabajadores según las necesidades del negocio y anticipó que gracias a ello se podrían aumentar los empleos. En ese sentido, reflexionó que “las rigideces actuales son un desincentivo a la contratación”.
Consultado por una eventual imposición de la flexibilidad a los trabajadores, no descartó que “así como en otras materias, también se pueda prestar para abusos, pero son más los beneficios”.
Por el contrario, el presidente regional de la CUT, Luis Sánchez, manifestó que “profundiza mucho más la flexibilidad laboral y relativiza las relaciones entre empleador y sindicatos. Entendemos que la negociación se hace con grandes grupos de trabajadores, es absolutamente inviable que los trabajadores negocien por su cuenta, de manera individual, porque no tienen ninguna fuerza. Con esto se quiere eliminar a los sindicatos. Es un proyecto engañoso, que tiene esta letra chica, con una flexibilidad mal entendida, y es muy nocivo para los trabajadores, especialmente los jóvenes”.
Asimismo, Sánchez comentó que la flexibilidad será utilizada principalmente en el retail, “sobre todo, con los jóvenes, que no van a poder sindicalizarse y no tendrán más remedio que aceptar las condiciones”.
Por su parte, la académica de la Escuela de Administración y Negocios (EAN) de la Universidad de Concepción, Macarena Dávila, reconoció que “toda iniciativa que apunte a la conciliación trabajo-familia y la inclusión es un avance”, sin embargo, precisó que comprimir las horas de trabajo en cuatro días, “con el régimen actual de 45 horas semanales es complicado imaginarse una jornada de más de 11 horas, entonces, por un lado se ve bonito, pero ¿qué tan practicable es o qué tanto aporta a la calidad de vida?”.
Por ello, planteó que esta ley debiera ir acompañada de la reducción de la jornada semanal de 45 a 40 horas, aunque acotó que en esta materia debe existir una discusión seria sobre los impactos en la productividad.
Dávila, quien ha desarrollado estudios de prácticas laborales en la región, comentó que “hay muchas cosas que ya se están haciendo en empresas medianas y grandes, en materia de conciliación trabajo-familia, con buenos resultados”.