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Feudos electorales en Ñuble: dónde mandan los nuevos cinco diputados y cómo reordenan el mapa hacia 2029

El nuevo mapa parlamentario de Ñuble no solo cerró un ciclo de cuatro años marcado por la hegemonía opositora. También abrió un escenario mucho más competitivo -el 3 a 2 que preveía la dispersión de listas- y dejó instaladas varias batallas internas de cara al Senado en 2029.

El análisis comunal de los cinco diputados electos muestra dónde cada uno tiene sus “feudos”, dónde es débil, y cómo se reordenan los equilibrios dentro de ambos bloques.

En la izquierda, la suma del oficialismo -Felipe Camaño (Ind.-DC) y Francisco Crisóstomo (PS)- muestra un patrón desigual, pero competitivo en zonas rurales y parte de Itata.

La derecha -Cristóbal Martínez (UDI), Carlos Chandía (RN) y Sara Concha (PSC)- concentra su fuerza en sectores urbanos y comunas con arraigo histórico del conservadurismo, aunque también exhibe contrastes fuertes entre sus liderazgos.

A ello se suma la polémica que abrió Felipe Camaño en sus redes sociales cuestionando el sistema proporcional, pese a que su propia lista logró dos escaños. Su argumento -centrado en el “arrastre”- apuntó directamente a su rival interno, Francisco Crisóstomo (PS), cuya irrupción parlamentaria refuerza la consolidación del eje político en torno al gobernador Óscar Crisóstomo, y proyecta un eventual salto al Senado en 2029, un movimiento que podría tensionar al PPD y a la actual senadora Loreto Carvajal.

En la derecha, en tanto, Cristóbal Martínez (UDI) emerge como figura en ascenso para disputar el cupo que hoy ocupa el senador Gustavo Sanhueza, quien impulsaba la candidatura de Marta Bravo.

Dónde cada diputado es más fuerte

Felipe Camaño obtuvo un dominio aplastante en varias comunas rurales. En Yungay alcanzó 58,6%, su cifra más alta en toda la región, casi triplicando su promedio regional (11,6%). También se consolidó en Pemuco (31,6%), Portezuelo (38,3%), Ninhue (46,7%) y El Carmen (22,8%). Su diseño territorial volvió a mostrar eficacia en las zonas donde el voto personal pesa más que el partidario. Sus debilidades, sin embargo, son claras: Chillán, donde marca apenas 4,4%, y los sectores urbanos más ligados al voto programático.

Francisco Crisóstomo, por su parte, no tiene picos territoriales tan marcados, pero exhibe un rendimiento parejo. Su mayor votación está en Cobquecura (8,3%) y Trehuaco (7,9%), mientras que sus puntos débiles se concentran en Ninhue (2,4%) y Portezuelo (2,8%). Su mensaje de campaña -“estar en terreno”- caló principalmente en zonas donde la izquierda buscaba recomponer presencia tras el 4-1 de 2021. Su desempeño, más moderado pero constante, contribuyó a que la lista oficialista sumara, y según él mismo reconoció, “el trabajo colectivo fue lo que permitió alcanzar este 3-2”.

En la derecha, Cristóbal Martínez muestra una fortaleza clara en el corredor urbano y en comunas de clase media: Chillán (7,7%), Chillán Viejo (5,8%) y Pinto (9,4%). Su principal poder territorial, sin embargo, está en Ñiquén (13,2%), San Carlos (12,7%) y San Fabián (10,4%), donde heredó parte del voto histórico de la UDI. Su desafío será consolidar autonomía frente a la figura de Gustavo Sanhueza, especialmente considerando que ya se le menciona como carta senatorial.

Carlos Chandía (RN), en cambio, tiene un feudo indiscutido: Coihueco, donde arrasó con un 44,2%, la mayor cifra de todo el bloque opositor. También destaca en Pinto (16,5%) y San Fabián (3,1%). Su peso electoral es menos homogéneo —apenas 2,1% en San Ignacio o 1,9% en San Carlos—, pero sus porcentajes altos en el área de Punilla lo mantienen como figura local influyente. Su discurso post elección, marcado por la coordinación con alcaldes -sus expares-, sugiere que buscará ampliar ese alcance.

Finalmente, Sara Concha (PSC) exhibe un voto concentrado en comunidades evangélicas y en territorios donde su arraigo religioso es fuerte. Sus mejores números están en Ránquil (10%), Chillán (6,8%), Quillón (6,8%) y San Nicolás (6,8%). Su punto débil son comunas rurales donde el voto sectorial tiene menor penetración, como Yungay (2,7%) o San Fabián (2,8%).

Bloque contra bloque

Si se observa la suma oficialista (Camaño + Crisóstomo), su mayor fuerza está en Itata: Cobquecura (31,4% combinados), Portezuelo (41,1%), Ninhue (49,1%) y Quirihue (27,1%). También muestran supremacía en El Carmen y Yungay. Estas zonas, clave para la izquierda, serán fundamentales para proyectar eventuales campañas senatoriales.

La derecha, sumando a Martínez, Chandía y Concha, se impone con claridad en Chillán y Chillán Viejo, además de toda la franja de Punilla: San Carlos, Ñiquén, San Fabián y Coihueco. En varias de estas comunas, la ventaja supera por amplio margen al oficialismo.

El equilibrio regional final -3 a 2- se explica precisamente por estas asimetrías: alta concentración del oficialismo en comunas pequeñas y rurales, versus un voto opositor más distributivo y fuerte en las principales ciudades.

Segunda vuelta Presidencial

En la campaña de segunda vuelta, los nuevos diputados también comenzaron a mostrar los liderazgos que intentarán consolidar hacia los próximos años.

En el oficialismo, Francisco Crisóstomo quedó alineado directamente con su hermano Óscar, gobernador regional, y ahora vocero del comando de Jeannette Jara en Ñuble, un rol que lo sitúa como articulador territorial clave y que profundiza la instalación del ‘eje Crisóstomo’ como fuerza política ascendente.

En la derecha, en tanto, la conducción estratégica vino desde el Partido Republicano: aunque no lograron escaños en Ñuble, el exintendente Martín Arrau asumió la jefatura nacional del comando de José Antonio Kast, una señal de confianza que reordena las coordenadas internas del sector.

Lo previsible es que Cristóbal Martínez, Sara Concha y Carlos Chandía se alineen con esa estructura, fortaleciendo una articulación regional que buscará proyectar a Kast y, al mismo tiempo, ordenar el mapa opositor mirando al ciclo electoral de 2029.

La disputa que viene

La llegada de Francisco Crisóstomo a la Cámara de Diputadas y Diputados altera la dinámica interna del oficialismo. Su hermano, el gobernador Óscar Crisóstomo, aparece como una carta probable para disputar el Senado en 2029, lo que tensionaría la continuidad de Loreto Carvajal (PPD). Si Camaño también decidiera competir, el bloque podría dividirse en tres liderazgos con feudos distintos, obligando a reconstruir una estrategia territorial más cohesionada.

En la derecha, el panorama no es menos complejo. Martínez se perfila como heredero natural del proyecto senatorial de la UDI, mientras que Gustavo Sanhueza deberá definir si busca la reelección o impulsa un pacto interno. La derrota de Marta Bravo debilitó momentáneamente su liderazgo, aunque mantiene redes municipales relevantes.

Ambos bloques entran así en un período de reconfiguración profundo. Lo que ocurrió en las comunas del distrito 19 no solo explica el resultado de 2025: prepara el terreno para la gran batalla política de 2029.

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