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Factor de desarrollo local

La proximidad física e interacción inmediata entre los actores públicos y privados en el nivel comunal es el camino que han recorrido las regiones chilenas que hoy muestran mejores indicadores de prosperidad y calidad de vida y son un espejo a seguir por Ñuble, donde hay mucho por avanzar para darle a este vínculo una relevancia acorde a su potencial para crear alternativas de inversión y crecimiento económico.

Una responsabilidad primaria la tienen los municipios en cuanto a manejar información acerca de quién desearía invertir y trabajar en su ciudad, bajo qué condiciones y con qué expectativas, de modo de poder ofrecer al sector privado un espacio territorial propicio para desarrollarse.

En la actualidad, pocos municipios de la región pueden articular una visión estratégica de lo que se proponen ser en los próximos diez o quince años. Todos desean industrias prósperas, elevar los ingresos reales y trabajos de más calidad, pero no logran implementar un plan de acción para atraer inversiones a sus comunas.

Además, no todos se encuentran en las mismas condiciones. Algunas ciudades y sus economías locales, como la de Chillán, San Carlos y Yungay logran cierta diversificación productiva, mientras que otras, la gran mayoría en realidad, están dominadas por un par de actividades o negocios, generalmente asociados a la agricultura y a la industria forestal. Así, en un momento una localidad puede ser próspera, dinámica, bien

posicionada para el crecimiento y para un mayor desarrollo, y en el siguiente momento perder empleos, negocios y residentes.

La solución a esa volatilidad y un buen antídoto ante los shock que cada cierto tiempo sufre una economía como la nuestra, basada preferentemente en commodities, es la interacción de los diferentes actores estratégicos en un espacio territorial competitivo que favorezca el desarrollo local a largo plazo. En esta dirección, los gobiernos locales podrían facilitar a las empresas el acceso a una serie de servicios e insumos que fortalezcan su posición en los mercados, mejorando su productividad y competitividad. Por ello, la acción conjunta entre sector público y sector privado resulta clave.

El sector privado puede contribuir no solo con capital, sino también con conocimiento especializado, información o habilidades, mientras que los municipios podrían ofrecer exenciones de algunos impuestos y sobre todo asegurar la zonificación y permisos para garantizar que los proyectos se lleven a cabo.

Es importante destacar que para implementar esta alternativa se necesita mucho más que un recurso natural o un atractivo turístico por parte de una localidad. En tal sentido, la ineficiencia y el alto déficit de gestión de no pocas municipalidades es un viejo problema que parece lejos de resolverse y una de las principales barreras para este objetivo de sinergia público-privada que la nueva región necesita.

Asociatividad municipal, complementariedad público-privada, visión estratégica y autoridades y funcionarios competentes, son los atributos que hacen la diferencia entre regiones que han logrado ser eficientes en la captación de inversión pública y privada y otras que siguen sumidas en el atraso. Ñuble tiene la oportunidad de ser de las primeras.

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