El desarrollo urbano de Chillán, al igual que muchas ciudades de Chile, ha carecido en su planeamiento de la variable medioambiental. Esta ausencia en los instrumentos de planificación y en las políticas públicas locales explica el desacople que hoy existe entre el desarrollo inmobiliario, el transporte y la energía, todos factores que están generando una serie de externalidades negativas que afectan la calidad de vida de sus habitantes.
En este complejo escenario, la conservación de áreas de valor natural y disminuir los niveles de contaminación ambiental, debieran ser objetivos prioritarios, sin embargo, durante más de una década tal urgencia no fue comprendida por las autoridades locales, que esperaron que todas las soluciones provinieran del nivel central.
Respecto de las primeras, un ejemplo de degradación y abandono es el estero Las Toscas, belleza natural de nuestro ecosistema urbano, hoy convertido en un espacio muerto, indeseado y ninguneado. Lamentablemente, expuesta esta situación en diferentes reportajes y artículos de opinión de este diario, la respuesta de la anterior administración comunal fue descartar la recuperación de su lecho y riberas, a diferencia de lo que hizo Talca, donde el estero Piduco está siendo transformado con ciclovías, anfiteatros y parques, en una extensión de casi 4 kilómetros.
Otro ejemplo de falta de visión lo constituye el arbolado en calles y avenidas, donde desde hace tiempo se constata la tala de especies, algunas veces asociadas a obras de adelanto y otras, la mayoría, a decisiones de particulares, desconociendo la contribución ambiental de la flora urbana, que sirve como mitigadora de las emisiones de material particulado fino (MP2,5) que causa la contaminación atmosférica que sufre cada año la capital de la Región de Ñuble.
Igualmente, no ha habido una mirada verde sobre el crecimiento habitacional, donde el enorme déficit de parques y áreas verdes es la otra cara del millonario negocio inmobiliario.
Actualmente -y así lo reconoce la administración municipal- los espacios públicos de la comuna destinados a la vegetación y ornamentación se encuentran mal cuidados. Además, existe un enorme contraste entre sectores habitacionales. Mientras el centro presenta los mejores estándares en equipamiento y mantención e igualmente el norte y sur tienen altos índices de áreas en condiciones favorables, el lado poniente cuenta con la más baja densidad y prácticamente toda su superficie verde se encuentra en mal estado.
Es obvio que en este tema la buena voluntad de las autoridades municipales no basta. Esta es una de las cuestiones que reclama un cambio y que se agrega a la lista de urgentes tareas que el nuevo gobierno local debe encarar para recuperar una década perdida y cumplir la promesa de avanzar en la construcción de la ciudad verde que los chillanejos y chillanejas merecen.