Ante el crecimiento de la explotación sexual de menores, se hace necesario extremar esfuerzos para sensibilizar a nuestra sociedad en el combate de estos delitos aberrantes y estar atentos ante cualquier manifestación sospechosa que esté relacionada con ellos.
Y decimos cualquier manifestación sospechosa, porque los especialistas han comenzado a detectar la existencia de nuevas estrategias para introducir a niños, niñas y adolescentes en la prostitución y en el negocio de la pornografía. La vulnerabilidad característica de la personalidad adolescente, sumada a la ingenuidad de creer en la posibilidad de ganar dinero muy pronto y de manera aparentemente fácil, hace que niños, niñas y adolescentes sean engañadas por sujetos que se presentan como promotores de sitios web o realizadores de videos para plataformas digitales.
Por supuesto que maniobras como esas han existido siempre, pero lo que es distinto es que esas artimañas ahora se apoyan en la influencia que hoy tienen las redes sociales en los menores.
Conviene recordar que nuestro país ha suscrito el Protocolo Relativo a la Venta de Niños, la Prostitución Infantil y la Utilización de los Niños en la Pornografía, documento que complementa la Convención de los Derechos del Niño y donde se señala que todo Estado parte deberá castigar ese delito con penalidades adecuadas a su gravedad.
Sin embargo, además de la importancia que significa adherir a estas iniciativas internacionales deben estar las medidas de todos los días para enfrentar estos delitos de la mejor manera posible.
Por eso resultan muy preocupantes los antecedentes del último informe de la Defensoría de la Niñez, basado en datos del Ministerio Público y otros organismos públicos. De acuerdo al reporte, entre 2022 y 2023, un total de 2.184 niñas, niños y adolescentes fueron víctimas de explotación sexual. La cifra representa un aumento de 29% respecto a periodos anteriores. En el caso de Ñuble, la tasa es de 85.7 casos por cada 100.000 personas de entre 0 y 17 años, con un total de 97 víctimas entre 2022 y 2023, lo que nos sitúa en el cuarto lugar nacional entre las regiones con mayores tasas de explotación sexual de niños y adolescentes y la primera en el país con mayor registro de este delito en entornos digitales.
Por todo lo anterior, conviene tener presente y socializar las recomendaciones que los especialistas hacen: no enviar fotos a gente desconocida ni entregar datos personales; no ir en soledad a un encuentro “a ciegas”; no dejarse sacar fotos o evitar invitaciones para posar; desconfiar de regalos de desconocidos y eludir citas de noche y sin compañía, o en sitios donde hay poca gente.
La explotación sexual de menores exige un enérgico combate en dos frentes. En primerísimo lugar, se requieren políticas de prevención y represión policial extremadamente severas. Por otro lado, es imperioso desarrollar planes sociales que eliminen los factores que llevan a tantas familias a situaciones de extrema exclusión social, creando los contextos de miseria y abandono en los cuales prosperan los engranajes de este monstruoso comercio.