Expertos anticipan riesgo de llenar Ñuble solo con diseños urbanos genéricos

Se dice que algo es genérico, cuando está hecho casi a modo de plantilla, una réplica de muchas cosas ya existentes. Posible de adaptarse a cualquier sistema, pero sin estar hecho a la medida exacta de lo solicitado.
Así, tenemos repuestos genéricos, implementos genéricos y hasta se habla de canciones o arreglos genéricos, cuando suenan a relleno. Sin alma.
Y el término genérico, hoy en día, ha sido utilizado por arquitectos, urbanistas e ingenieros de Ñuble, para describir los diseños de un sinnúmero de proyectos de urbanización, planes maestros, diseños viales y hasta barrios completos que ya se asentaron, están en ejecución o en proceso de construcción y licitación en nuestra región.
Hablamos, entonces, de diseños que “son la réplica de tantas obras realizadas en diferentes partes del país y que se repiten y se construyen para cumplir con tareas gubernamentales y para dar soluciones a situaciones urgentes. Y acá no importa si el diseño se adapta o no al entorno, si satisface las necesidades particulares propias de cada territorio o grupo humano al que está dirigido, simplemente se construyen y ya, tarea cumplida. Por eso después hay que intervenirlas, arreglarlas porque generan problemas, remodelarlas porque no cumplen cabalmente con el objetivo”.
La cita es del ingeniero en tránsito de Chillán, Henry Ojeda, quien por décadas se ha desempeñado en el servicio público.
Un ejemplo de lo anterior es la remodelación de Diagonal Las Termas, que pese a haber sido diseñada en 2012, 23 años después aún no concluye, pero está lo suficientemente perfilada como para que automovilistas, peatones y residentes la critiquen constantemente por su mal aprovechamiento de los espacios, por crear plazas y puntos de encuentro en un segmento donde cada vez viven menos personas; o porque sus calles laterales no admiten que -por ejemplo- el camión de la basura ingrese al pasaje y pueda darse vuelta para salir. Entonces, no entra.
“Yo trabajaba en el MOP en ese año, y cuando había que trabajar en el diseño de esa remodelación, éramos nosotros quienes teníamos que ir a Concepción, en vez de venir ellos al lugar. Es más, nunca fueron a terreno a visitar el lugar, sino que las pocas veces que vinieron a Chillán, iban un rato a las oficinas y se iban. Así es imposible”, criticó.
Aunque quizás más anecdótico, en El Carmen hay otro claro ejemplo.
La esperada remodelación de la ruta a Yungay, que por su alto costo, se ha planificado construir por etapas y tras concluir la rotonda que accede a El Carmen, el diseño contemplaba unas letras de gran envergadura a modo de bienvenida a la comuna. Tras diversos accidentes y reclamos vecinales, el alcalde, Renán Cabezas, solicitó que las sacaran, porque -por insólito que parezca- las letras no permitían a los conductores advertir la aproximación de otros vehículos, al salir de la rotonda.
La Discusión conversó con algunos expertos en arquitectura urbanística e ingeniería vial, constatando que el problema es grave y hay poco para impedirlo.
Sin embargo, la esperanza se centra en el desarrollo del plan Ñuble 250, impulsado por el Gobierno Regional y que espera ser una instancia normativa coordinadora de todos los proyectos públicos a aplicarse en la región, para garantizar un crecimiento armónico, consensuado e integrador.
Advierten, sin embargo, que es urgente otorgarle las facultades legales necesarias para convertirla en una ley casi tan poderosa como un Plan Regulador Comunal.
De lo contrario, la economía procesal de las Obras Públicas seguirán generando diseños genéricos para ciudades genéricas, con ciudadanos genéricos.
El rol de Ñuble 250
Desde el Gore, Camila Flores, secretaria ejecutiva del proyecto Ñuble 250 resume la visión de esta iniciativa explicando que “queremos hacer de Ñuble una mejor región para vivir y para lograrlo necesitamos un trabajo colaborativo y organizado entre todos los servicios públicos y los actores del territorio, eso implica también a la academia, las empresas y la comunidad”.
Como objetivo común se propone dotar a Ñuble con mejor infraestructura, caminos, parques, espacios de cultura, de ciencia, acceso a agua potable, Internet, y otros servicios, por lo que se busca dinamizar las obras presentes en el territorio y las que aún no han comenzado, a través de un seguimiento y gestión para que las iniciativas avancen.
“Tenemos una primera cartera de proyectos pensados al 2028, cuando nuestra región cumple diez años desde su creación y 250 años del natalicio de Bernardo O’Higgins. Queremos impregnar en nuestra región una mirada integral; porque ya hemos visto que los proyectos aislados no logran ser comprendidos en su totalidad ni dar una respuesta acorde a las necesidades de la comunidad. En cambio, cuando las obras se visualizan en conjunto, el valor de cada una crece, porque cumplen un rol articulador de los distintos pulsos de la ciudad”, sostuvo.
Sin embargo, para no insistir con ideas pensadas y resueltas en un escritorio, para terminar insertándolas a la fuerza en las comunas, “tenemos que pensar colectivamente la región que queremos, esa es la clave para que esos proyectos sean acordes, tanto a las necesidades de la ciudadanía como a las aspiraciones de nuestro territorio”, advierte.
La agenda ya ha establecido fechas de avance y análisis de carteras de proyectos. En lo inmediato, dentro de octubre, se realizarán los Cabildos Técnicos de la Dimensión Territorio, para luego seguir con la dimensión de Bienestar y Conectividad y Crecimiento, que son las grandes áreas en las que se agruparon las iniciativas.
“Antes del término de este año, convocaremos al Segundo Cabildo Regional donde se comunicará las decisiones de las instancias anteriores. De esa manera, iniciaremos el 2026 con las primeras metas claras del cumplimento de hitos de las obras”.
Un estudio cada 20 años
Otra de las grandes dificultades que encuentran los mega proyectos para asentarse con naturalidad en la región es el tiempo que transcurre entre estudio, diseño, licitación y ejecución.
Así como Diagonal Las Termas se diseñó en 2012, el Plan Maestro de Transportes de Chillán, aprobado por el Estado se diseñó incluso un año antes. También en Biobío.
“Entonces, nadie se imaginaba que Chillán aumentaría tanto su tasa de vehículos, ni el fenómeno de expansión territorial o, que por efecto de la pandemia, cientos de familias se mudarían a las afueras de la ciudad”, observa el ingeniero Henry Ojeda.
Sin embargo, una de las anomalías que más dice sorprenderlo es que “la encuesta Origen-Destino, se actualiza cada 20 años. La primera vez que se hizo fue en los años 80, donde la tasa de motorización era muy baja, la mayoría de la gente no tenía vehículo, la mayoría de la gente no tenía intenciones de comprar una propiedad, era muy difícil acceder a ese tipo de situaciones. Y entonces dijeron, bueno, ¿para qué vamos a hacer una encuesta cada 10 años? Hagámosla cada 20, porque más o menos ese es como el escenario”
Considerando que los planes de movilidad se respaldan en el crecimiento demográfico, el que a su vez se relaciona con la movilidad, para el ingeniero, un estudio determinante y vinculante a algún proyecto, no puede superar los cinco años.
Como es de suponer, esto significa plata, recursos y tiempo, variables que no sobran nunca en ningún Gobierno, por lo que la sugerencia está destinada a estrellarse con la “voluntad política”, concepto al que se apela siempre para mostrar su inexistencia, y no lo contrario.
Ojeda, también se muestra crítico por los proyectos de Francisco Ramírez-Diego Portales (frente al hospital) perteneciente al Plan Maestro de Transportes, el de la avenida España Central, que son la quintaesencia de lo genérico, ya que “llevan una vía central, una vía por uno de los dos costados, lo rellenan con un poquito de pasto, una placita, unas banquitas, y listo. Y si algo logran adaptarse es solamente por los puntos singulares exigidos por intervención municipal”.
Finalmente, relata que “cada vez que se pregunta en los ministerios, por qué se actúa o se trabaja así, la respuesta es siempre la misma: Porque siempre se ha hecho así. Eso tiene que terminar”.
Si bien la ley exige que cada proyecto de envergadura que, con recursos públicos, se realicen en alguna zona, éstas deben incluir una serie de proceso de participación ciudadana.
Es en esta fase, generalmente aplicada durante la creación de anteproyectos e imagen objetivo, cuando las empresas recogen información, opiniones y sugerencias. Sin embargo, estas no son vinculantes, es decir, no determinan necesariamente el perfil de un proyecto.
Peor aún, en el caso del proyecto Diagonal Las Termas-Huambalí, no hubo participación ciudadana por las restricciones sanitarias motivadas por la pandemia, durante 2020.
“Entonces, muchas de las iniciativas que, por ejemplo, están en fase final de diseño, como son, por ejemplo, Alonso de Ercilla y el eje Los Puelches con Andrés Bello, fueron revisadas por las distintas contrapartes técnicas con acciones de participación o vinculación ciudadana que, lamentablemente, no tuvieron quizás el quórum suficiente para poder representar realmente los anhelos de gran parte de la ciudadanía”, explica el arquitecto especialista en urbanización, Miguel Pino.
Cita también que “lo mismo que pasó en el sector de la población Pedro Lagos. Entonces, son iniciativas que de distintas escalas, de alguna manera, igual están reflejando, al menos, un criterio un poco más amigable con la peatonalidad. Sin embargo, falta, por ejemplo, contar con orientaciones técnicas de diseño para la revitalización peatonal”.
Para el experto, en Ñuble se evidencia una “coherencia, al menos en la línea de diseño, de cómo los espacios públicos se están diseñando. Hay una disociación respecto a lo que realmente se diseña en el papel versus lo que es preguntarle a la gente por la pertinencia de los diseños. Hay un miedo de parte de los profesionales de consultar nuevamente a la ciudadanía y, al menos, mostrarles los diseños”.
Para Miguel Pino, hay más ejemplos que se repiten en comunas como San Carlos o Quirihue y todas obedecen al mismo patrón de obras diseñadas sin un diálogo con el entorno ni con otros proyectos en proceso de diseño.
“Y sin embargo, hay ejemplos que muestran lo contrario. Uno de ellos es el Parque Schleyer, que fue diseñado en Chillán, por la Municipalidad, con mucha participación ciudadana vinculante. Eso nos da algunos indicios de cómo se deben planificar las ciudades, pensarlas en conjunto, recogiendo experiencias y opiniones y proyectarlas por muchos años”.
Conforme el arquitecto, la esperanza de una planificación armoniosa también puede encontrar alivio en la intención que tiene el Gobierno Regional de crear una macrozona metropolitana, incluyendo al menos desde Chillán Viejo a San Carlos, ya que se podría imponer un marco regulador normado y sobre una planificación que englobe a la región en su totalidad, en vez de llenar la región con proyectos disociados y sin vínculos con propósitos ni estilos en común. “Ahí recién va a haber al menos coordinación y un sentido a largo plazo. Estamos hablando de planificar 15, 20 años de inversiones públicas, pero con coherencia”, concluyó.