El lema de la camiseta da pistas de la nueva lucha de Davinson López: “Nuestra única arma, la paz”. El exguerrillero de las FARC mantiene su apuesta de silenciar los fusiles pese al anuncio de excamaradas de volver a las armas en Colombia.
“La paz es irreversible, lucho por ella”, dice a la AFP desde una loma del municipio de Icononzo, donde está una de las 26 zonas para la reincorporación de excombatientes de la que fue la guerrilla más poderosa de América.
En las faldas del cerro viven unos 300 exguerrilleros desde finales de 2016, cuando se firmó el pacto que condujo al desarme y transformación en partido de los rebeldes comunistas.
En ese terreno de 22 hectáreas siembran maíz, papa, alverja y aguacates. Otros fundaron empresas de confección o una cervecería artesanal. Algunos trabajan en fincas aledañas.
Todos ellos ratifican su compromiso con la paz tras el anuncio que hizo hace una semana el otrora número dos de las FARC, Iván Márquez, y otros excomandantes de iniciar una nueva rebelión por la “traición” del Estado a lo convenido.
Aunque alega incumplimientos del Estado, López asegura que “las armas no le preocupan a uno, porque se dio un paso y ahora la palabra (…) es la que vale”.
Como a muchos, el rearme de los excombatientes y otros exjefes incluido Jesús Santrich -requerido por Estados Unidos por supuesto narcotráfico- lo tomó por sorpresa. “Es algo que uno no se esperaba… y más del camarada Iván Márquez, que en el momento fue el que firmó los acuerdos” como jefe negociador.