Un aumento en los niveles de estrés laboral crónico en los trabajadores de la Región de Ñuble, como consecuencia de la pandemia, es una de las principales conclusiones del estudio “Salud mental de los trabajadores de la Región de Ñuble en tiempos de Covid-19”, desarrollado por el grupo de investigación en Gestión del Comportamiento Organizacional (GeCO), generado al alero de la Universidad del Bío-Bío, e integrado por los investigadores Dr. Rodolfo Mendoza y Álvaro Acuña, de la Universidad del Bío-Bío, y por la Dra. Olga Pons, de la Universidad Politécnica de Catalunya.
Según explicó el coordinador del grupo, Dr. Rodolfo Mendoza Llanos, quien es académico de la Escuela de Psicología de la UBB, “hay un aumento en los niveles de estrés laboral crónico en nuestra zona. Este aumento encuentra su mayor nivel en el 2020, de acuerdo a los datos que tenemos 2018, 2019 y 2020. Ahora, es necesario precisar que el burnout se acumula, y lo que más se ha visto afectado por la pandemia es el agotamiento emocional de los trabajadores, esta sensación de no poder dar más de sí mismos a nivel afectivo, producto del esfuerzo sostenido y permanente que realizan para conseguir sus objetivos laborales”.
Al respecto, Álvaro Acuña Hormazábal subrayó que “el agotamiento emocional es la dimensión más alta que presentan los trabajadores, algo esperable para toda la población en general. Las personas respondemos ante los eventos de la vida con emociones, nos demoramos tres segundos en generar emociones antes de racionalizar y, por ende, es normal que un evento mundial como la pandemia genere emociones de miedo, rabia y otras negativas, que agotan. Eso, sumado al estrés de tener que seguir funcionando y generando ingresos, agota mucho más”.
El estudio
El estudio, de tipo cuantitativo no probabilístico, se aplicó entre julio y agosto de 2020, mediante encuestas online a 408 trabajadores de la Región de Ñuble.
Las variables integradas al estudio fueron “burnout” (estrés crónico), para estudiar los efectos negativos de la pandemia en la salud mental de las personas; y “engagement (vigor, dedicación y absorción en el trabajo), para estudiar efectos positivos de la salud mental de los trabajadores a pesar de la pandemia.
Los investigadores resumieron como principales resultados del estudio, que los trabajadores que perciben apoyo diario, presentan puntuaciones más altas en “engagement” y puntajes más bajos en “burnout”, que quienes reportan apoyo con menor frecuencia. También destacaron que las mujeres presentan mayor engagement, dedicación y absorción y menor cinismo (dimensión de burnout) que los hombres; y que los trabajadores mayores de 40 años presentan más engagement, vigor, dedicación y absorción que los menores de 40 años.
Sectores económicos
Respecto a los sectores económico, el Dr. Mendoza comentó que “dentro de los grupos que se evaluaron están salud, educación y comercio, y son las personas de este último grupo, los que presentan en promedio puntajes más altos de burnout. Dentro de las explicaciones que nos damos para estos resultados está la relacionada con la necesidad básica de seguridad. En lo que llevamos de pandemia, uno de los sectores más afectados es el del comercio producto de las restricciones de desplazamiento y la imposibilidad de funcionar de manera continua, eso genera incertidumbre respecto de la proyección de sus negocios, y por tanto, de su empleo”.
“En educación -continuó-, los trabajadores tuvieron que aprender y readecuar la forma de enseñanza -en algunos casos sin preparación previa- con sus propios recursos y materiales, para tratar de dar continuidad a los procesos educativos, y lidiar con demandas de los hogares. Esto no implica que el personal de salud no tenga su propio estrés. Ellos han tenido que lidiar con problemas como la posibilidad de contagiarse, experimentar el estigma en sus familias de ser una fuente posible de contagio, además de exponerse a la evolución de esta enfermedad en la sociedad, junto con la frustración de falta de recursos para apoyar como quisieran o ver cómo colegas se ven afectados. La comparación en este caso es injusta, pues cada grupo ha sufrido sus propios problemas asociados a sus quehaceres principales y a las limitaciones que se han impuesto como medidas de salud pública”.
El Dr. Mendoza reconoció que lo sorprendió el resultado que indica que “las personas que tienen un contacto diario con sus jefaturas, presentan menos estrés laboral crónico (o burnout), que quienes tienen contactos más distanciados en este contexto. Aunque uno pudiese suponer que la no comunicación podría considerarse autonomía para trabajar, lo que estamos viviendo es una situación que tiene cambios semana a semana, la programación de tareas ha sido difícil, y por ello el contacto permanente y diario, permite manejar esta incertidumbre. Cuando enfrentamos situaciones de estrés necesitamos saber qué sentimos, comentarlo y naturalizar que está bien sentir ansiedad incluso por lo que se viene en el corto plazo. De allí, la necesidad de mantenerse en contacto permanente con otros en este contexto, incluso más allá del trabajo”.
Consultado por un eventual mayor efecto negativo en algunos grupos, el coordinador del estudio explicó que “no encontramos esas diferencias marcadas por grupos de edad o sexo respecto del burnout, lo que tiene sentido debido a que es una situación generalizada, que ha ocasionado un agotamiento emocional, que puede seguir acumulándose. Esta evidencia, junto con la claridad que tenemos ahora respecto de la necesidad de mantener contactos permanentes con los trabajadores para disminuir el estrés laboral crónico, sin duda contribuyen a mantener buenos niveles de eficiencia, al mismo tiempo que generan espacios de contención, tan necesarios hoy en día”.
El Dr. Mendoza reflexionó que “muchas personas han logrado reinventarse en estas circunstancias, pero no para todos es una posibilidad, debido a la disponibilidad de recursos y servicios que se tienen, por ejemplo, el nuevo servicio básico es la conectividad. Muchas actividades se están realizando de manera remota y conectados frente a una pantalla. La experiencia de las madres y padres y la educación telemática que reciben sus hijos, es una dificultad adicional, pues para los niños pequeños es difícil entender que sus padres, estando en casa, deben atender asuntos laborales. A esto se suma el hecho de que las personas que pueden trabajar desde sus casas, están sometidas a un régimen de eficiencia extrema (mayor disponibilidad, más reuniones, menos tiempo entre ellas), más todas las labores que hay que realizar en las casas. Entonces, es muy posible que, junto con las actividades laborales y las labores que hay que realizar en la casa para su funcionamiento, se agrega el apoyo mayor y la compañía que hay que realizar a los niños para favorecer su aprendizaje, el cual ningún padre o madre quiere ver afectado. Y si una persona no tiene habilidades y competencias en el uso de herramientas y tecnologías de la información, queda muy a merced de la buena voluntad de otros. Sobre este punto y como un paréntesis, es necesario recordar que los adultos mayores -especialmente en estas circunstancias- corresponden a una población económica, social y psicológicamente vulnerable. Finalmente, siempre está el fantasma de perder el trabajo, y para quienes lamentablemente están sin trabajo o lo han perdido en este tiempo, es difícil tratar de conseguirlo”.
Lecciones
Para Álvaro Acuña, “la principal lección dice relación con la relevancia del liderazgo humano, de la preocupación por los trabajadores como personas y no solo como recursos, esto suena a poesía, pero ahora lo podemos afirmar para Ñuble de forma científica”.
El ingeniero y coach enfatizó que “el estudio demuestra la importancia de los liderazgos humanos, de personas que tratan personas, pues no somos máquinas, se necesita del apoyo y preocupación de la empresa que principalmente se demuestra en cómo los líderes están presentes en tu bienestar. Ahora bien, el estudio no indagó en ello y lo exponemos como una limitante de la cual nos hacemos cargo y en un siguiente estudio sí lo investigamos (el artículo está en proceso de publicación) y, adelantando, prácticas como las que permitan la conciliación entre la vida laboral y familiar, la capacitación y la prevención del mobbing, junto con una comunicación bidireccional, son de las más demandadas por los trabajadores”.
Desde la mirada de la organización, Acuña planteó que esto se debe abordar “con una participación amplia, deben definir prácticas de bienestar, las que además de reducir el estrés, mejoran el bienestar y rendimiento”.
En tanto, desde una mirada de política pública, apuntó que “es un gran tema pendiente, se cree que el ‘reventón’ en salud mental viene post pandemia y el Estado nada ha hecho para ello. Pertenezco al Colegio de Coaches Certificados de Chile y en conjunto con el Colegio de Psicólogos, realizamos una propuesta al respecto que no fue considerada. Tuvimos que, con recursos propios, apoyar a escuelas y hospitales, diagnosticando e interviniendo. En lo personal, estuve a cargo de una escuela de Paine y una de Buin. Es necesario generar intervenciones por grupos”.