Científicos, vulcanólogos, sismólogos y geólogos han debatido desde hace mucho tiempo respecto de la relación entre grandes movimientos de placas tectónicas, terremotos y la relación de estos fenómenos con la erupción de volcanes.
El último informe conocido sobre el tema fue publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters, por Cristian Farías, geofísico y director del Departamento de Obras Civiles y Geología de la Universidad Católica de Temuco, junto a Daniel Basualto, del Departamento de Ingeniería en Obras Civiles de la Facultad de Ingeniería y Ciencias en la Universidad de la Frontera.
Según los autores, existe una relación entre el terremoto de Illapel del año 2015 y el posterior comienzo de la erupción del complejo volcánico Nevados de Chillán, que explicarían además los cambios ocurridos en los volcanes Copahue y Villarrica, ubicados entre 500 y 800 kilómetros de la localidad de la Región de Coquimbo.
Alvaro Amigo, jefe de Vigilancia Vulcanológica del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) sostiene que la relación entre grandes movimientos telúricos y volcanes ha sido estudiada desde hace muchos años, de tal manera que tras un gran movimiento de la corteza observan el comportamiento de los macizos montañosos con mayor detalle.
Amigo indicó que tras el megasismo del año 1960, se activaron el Cordón Caulle y después el Calbuco, con lo que “queda la sensación que están muy cerca en el tiempo entre la ocurrencia del terremoto y la erupción volcánica, pero en otros terremotos no han ocurrido erupciones volcánicas”.
El profesional agregó que el terremoto de 2010 “al parecer no produjo actividad de ningún volcán. Entonces siempre está la pregunta:¿qué es lo que tiene que ocurrir para que un terremoto active un volcán?”.
Y en el caso particular de este estudio, destaca que “lo que hace es presentar una posible explicación, pero en el fondo lo que dice es que depende en qué condiciones esté el volcán, pues algunos parecen ser más sensibles a recibir las ondas de un terremoto”.
Alvaro Amigo subrayó que algunos terremotos “lo que vienen a hacer es acelerar un poco la actividad, la erupción que uno pudiera decir que hubiera ocurrido de todas maneras. Pero es un tema científico amplio que no tiene respuesta certera. Aún no está bien entendida esta relación de terremotos y volcanes, y como no está bien entendido, después de la ocurrencia de un terremoto nosotros estamos más atentos para ver si algunos volcanes comienzan con ciertas alteraciones”.
La pregunta que se debe hacer, agregó, es :“¿porque pasó esto (erupción del Chillán) con el terremoto de 2015 (en Illapel) y no con el terremoto de 2010 (con epicentro en Cobquecura) que fue más cerca del volcán Chillan, al frente, y más fuerte y mas intenso”.
“Estadísticamente está demostrado”
José Luis Palma, geólogo de la Universidad de Concepción, recalca que “esta interacción entre terremotos y volcanes nosotros la conocemos; el problema es que en el mundo científico no existen realmente explicaciones o modelos que sean cien por ciento certeros para explicar como ocurre esa interacción. Lo que nosotros sabemos es que sí existe, pues estadísticamente se ha demostrado”.
El punto, agrega el experto, es que no hay certeza de que un terremoto ocasione y permita predecir que tal o cual volcán va a erupcionar como algunos esperan, en una relación exacta y precisa.
José Luis Palma resalta que incluso, tras el sismo del 27F, sí observaron que el volcán Llaima, que venía presentando una actividad constante, en vez de reactivarse, se detuvo.
Ambos expertos sostienen que el nuevo estudio es un aporte al conocimiento de cómo ocurren las relaciones entre vulcanismo y terremotos, pero no es posible generar un modelo definitivo. Y en el caso del volcán Chillán, no es posible determinar a ciencia cierta cual será su comportamiento futuro.
Alvaro Amigo destaca respecto del macizo ñublensino que “todo indica que vamos a seguir con estos pulsos eruptivos con emisiones de lava como ocurre ahora, o formación de domo y una zona impacto restringido a unos tres ó cuatro kilómetros del cráter, una erupción de una prolongación larga, pero de baja magnitud”.