En un contexto de expectativas incumplidas, y habiéndose alcanzado 30 años del primer estudio que mostró la contaminación del estero Las Toscas y que antecedió a los proyectos que prometían recuperar el principal curso de agua que cruza la ciudad para convertirlo en un parque público, es necesario preguntarse ¿qué se ha hecho hasta el día de hoy?
Lamentablemente, el tema ha ido quedando bajo la alfombra de la agenda pública local, bajo la excusa que la planta de tratamiento de aguas servidas que se instaló en Chillán Viejo ha saneado sus aguas. Esta es una verdad a medias, pues efectivamente la referida planta contribuye en este sentido, pero la realidad nos muestra que igualmente el estero sigue contaminado. ¿Cuánto? ¿Hay riesgo para la salud de las personas? No se sabe y esto es grave, pues la falta de información alienta la inmovilidad y el deterioro persiste, cuando no aumenta.
Según la Superintendencia de Servicios Sanitarios no existirían mayores problemas en Las Toscas, cuestión discutible, pues la autoridad sanitaria reconoce que hace tiempo no se realiza un estudio formal en torno al tema y lo más cercano es lo que por normativa debe realizar Essbio, la sanitaria que controla el servicio de agua potable y la planta de tratamiento y que cada cierto tiempo hace monitoreos bacteriológicos de la calidad de agua del efluente de la planta de tratamiento para verificar el cumplimiento de la normativa de emisiones a los cursos de agua receptores. Es decir, lo que en realidad hace la empresa es analizar sólo a las aguas que descontamina, pero no las aguas del estero.
En cuanto a su rol dentro de la trama urbana, es historia conocida lo ocurrido con el proyecto de recuperación y hermoseamiento iniciado en 2002 y que de emblema de la gestión del ex alcalde Bernucci, se convirtió en la gran decepción, al completarse sólo dos de las cinco etapas. Hoy en la Población Coihueco aún queda un antiguo monolito que dice: “Acá se construirá Futuro Parque Estero Las Toscas”, mudo testigo de la grandilocuente iniciativa que incluso llevó a cambiar el eslogan de “ciudad cultural e histórica” por “ciudad ecológica”.
Pero Las Toscas no es el único curso de agua urbano abandonado. De hecho, más olvidado aún se encuentra el estero Las Lechuzas, que también cruza la ciudad de oeste a este y divide a las comunas de Chillán y Chillán Viejo. También hay que decir que no se conocen estudios sanitarios precisos sobre cómo afecta a la población vivir en medio de la evidente insalubridad derivada de los desperdicios líquidos y sólidos que recibe.
Finalmente y lo más preocupante -pues no avizora un futuro mejor para ambos cursos de agua- es la ausencia de una política pública local que consagre su recuperación.
El saneamiento de los esteros Las Toscas y Las Lechuzas, ligados históricamente a la suciedad que la ciudad suele expulsarles, es una acción que sin el compromiso de la autoridad estará condenada al fracaso.
¿Será mucho pedir propuestas concretas para salvar ambos cursos de agua?
Nos gustaría pensar que no. Lamentablemente, no siempre la condición de existencia de un derecho es al mismo tiempo condición de ejercicio. Por eso Chillán y Chillán Viejo deben empezar de verdad a poner en práctica el derecho a un ambiente sano para lograr un futuro sin presente lamentable.