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España cierra este viernes la crispada campaña de las elecciones legislativas del domingo entre repetidos llamados del jefe de gobierno socialista Pedro Sánchez a evitar el ascenso de la ultraderecha, que ha revolucionado el panorama político del país.
Casi residual en la política española desde el fin de la dictadura de Francisco Franco, en 1975, la extrema derecha entraría con fuerza en el Congreso español tras las elecciones del domingo con el partido Vox.
Con un ideario ultranacionalista, antiinmigrantes y antifeminista, los últimos sondeos daban a esta formación más del 10% de los votos, cuando en 2016 apenas cosechó un 0,2%.
“Nadie daba que Trump iba a ser presidente de Estados Unidos y lo ha conseguido. Nadie pensaba que Bolsonaro pudiera ser presidente de Brasil”, advertía Sánchez este viernes en una entrevista al diario El País.
Diez meses después de la moción de censura contra su predecesor conservador, Mariano Rajoy, Sánchez lidera todas las encuestas.
Pero la gobernabilidad es complicada en un Congreso dividido en dos grandes bloques: por un lado, socialistas del PSOE y Podemos (izquierda radical), y por otro, Partido Popular (conservadores), Ciudadanos (centroderecha) y Vox.
“Las sumas son muy improbables tanto la una como la otra”, asegura Francisco Camas, del gabinete demoscópico Metroscopia, por lo que los votos de los partidos regionales catalanes y vascos pueden ser claves.
Pero el PSOE no se confía, escarmentado por las elecciones regionales de Andalucía (sur) en diciembre, cuando perdieron su feudo histórico tras un acuerdo entre PP, Ciudadanos y Vox, que cosechó allí su primer éxito electoral.
Las encuestas entonces subestimaron el resultado de la formación ultraderechista que, en esta campaña, arrastra multitudes allí donde va y está despertando mucha expectación en las redes sociales.
“Tenemos un riesgo real, que sume la derecha con la ultraderecha y puedan hacer en España lo que están haciendo en Andalucía”, insistió Sánchez.
La incertidumbre es elevada: hay cuatro millones de indecisos, dice Camas, y mucha volatibilidad, especialmente en la derecha, enfrascada en una dura batalla para liderar el campo conservador.