La comunidad sabe muy bien las graves consecuencias que genera en la atención de salud la falta de infraestructura adecuada y la escasez de especialistas en ciudades como Chillán. Las dificultades para acceder a una atención de salud oportuna fuerza a muchos habitantes de la región a buscar alternativas en Concepción, e incluso, en Santiago. Sin embargo, la mayoría de las personas no cuenta con los recursos necesarios para hacerlo, y deben esperar semanas o meses para ser atendidos por un oftalmólogo, un nefrólogo o un neurólogo infantil, entre muchos otros ejemplos.
Un estudio de Equifax, realizado el año pasado con datos del INE y de la Superintendencia de Salud, indicó que había 478.013 personas integrando el personal de salud en Chile. La relación personal de la salud y cantidad de habitantes indica que Ñuble tiene una cobertura de uno por cada 40 habitantes, mientras que en Biobío la relación es uno cada 30, en la Metropolitana uno cada 34, cifra que se repite en La Araucanía, Magallanes y O’Higgins.
Por otra parte, según datos del Minsal (2019), la densidad total de médicos en el sector público de salud era de 18.5 por cada 10 mil habitantes, mientras que en los países OCDE el promedio era de 34. El bajo número de médicos a nivel nacional, se acentúa aún más en Atacama, Tarapacá, Coquimbo, Arica y Parinacota, O’Higgins, Ñuble y Maule, cuyos ratios están lejos de la media nacional.
Cálculos locales indican que la capital provincial tiene una carencia de especialistas del orden de un centenar, tanto en el sector público como el privado, lo que no es más que la consecuencia de un modelo donde por muchos años el mercado finalmente ha determinado dónde trabajan los médicos, de acuerdo al nivel de ingresos al que pueden aspirar, lo que naturalmente lleva a su concentración en ciudades con mayor población y, supuestamente, mejores posibilidades de desarrollo profesional.
Pero sería injusto culpar solo al ánimo de lucro de los médicos. Durante años el Estado no se preocupó por mejorar las condiciones laborales y salariales de los médicos especialistas, de modo que los esfuerzos que actualmente se realizan en esta materia, lo mismo que la contratación de especialistas extranjeros, aparecen como insuficientes.
Para contar con más especialistas se debe articular una estrategia que incluya incentivos, coordinación entre las entidades educativas y el mercado y una gestión adecuada de los servicios públicos de salud, que haga atractivo el campo de desarrollo laboral y así no estén mirando permanentemente a ciudades más grandes para sentirse gratificados en el desarrollo de su profesión.
Lamentablemente, para un médico y otros profesionales de la salud la capital de Ñuble no representa aún una alternativa atractiva desde el punto de vista laboral, lo que debería cambiar con el nuevo hospital regional, no obstante, ese cuadro debe completarse con calidad de vida, un aspecto donde seguimos por abajo respecto de otras regiones del país.
Ñuble requiere aumentar y mejorar su capital humano en salud, y en consecuencia, la retención y atracción de profesionales, lo mismo que espacios adecuados para el aprovechamiento de ese capital, deben ser una prioridad.
