El preparador de arqueros de Ñublense, Ricardo Carrillo, se quedó en Chillán junto a su familia y no volvió a su natal Cerro Navia para vivir el confinamiento preventivo por la pandemia del Covid-19.
Sin embargo, a distancia, el maldito virus lo ha golpeado con fuerza y lo mantiene con el alma en un hilo.
Tuvo a su padre Pablo, de 70 años, hospitalizado tres días grave a causa del coronavirus y fue de vuelto a su casa donde combate solo contra la enfermedad.
Además, se contagiaron sus suegros y cuñados. Falleció un familiar, una prima que trabaja en el área de la salud se contagió y teme volver al trabajo. Se enteró de la muerte de varios vecinos de Cerro Navia y su hermana Mariela, madre de un pequeño hijo y quien trabaja en un jardín, teme contagiarse mientras asiste algunos días a su padre tras cuidar a su padre.
“Duermo a saltos”
“Mi padre estuvo tres días hospitalizado. De ahí lo mandaron a la casa porque los hospitales están colapsados y no hay camas, va a cumplir 70 años. Gracias a Dios uno tiene contactos en el fútbol, me pude mover, llamé a un concejal para que fuera un médico y lo llevaran al hospital. Estuvo tres días sin comer ni levantarse. Lo tuvieron en una cama del hospital donde pasó frío y hambre. Ahora no quiere ir más. Pasó frío y hambre, estuvo como un perro, es tremendo lo que estamos viviendo. No podemos viajar, le agradezco a mi hermana que está allá con él poniendo en riesgo su integridad y la de su hijo. Es tremendo lo que se vive estando lejos. Más si es alguien cercano como tu padre”, revela Carrillo acongojado, antes de seguir con su conmovedor relato.
“Yo he estado estas últimas semanas muy mal por mi papá, sin poder estar a su lado apoyándolo. Hay días que no tengo noticias de él, es súper complicado. Mi hermana lo apoya, pero tiene un hijo. Mi otra hermana vive en Temuco y otra en el sur. Cuando te toca uno empieza a sufrir y empieza a darse cuenta de la magnitud de este virus. Mi mamá partió hace seis años y ahora por lo de mi papá, duermo a saltos y pienso que me pueden llamar en cualquier momento para decirme que mi papá murió, que mi hermana está contagiada. Es algo tremendo”, puntualiza.
“Yo conozco la pobreza”
“Tengo muchos amigos contagiados. Mi hermana que trabaja en un jardín, tiene miedo de contagiarse porque está ayudando en las ollas comunes, viendo el sufrimiento de la gente. Yo sé lo que es la pobreza, porque donde viví había campamentos, mucha gente modesta. Ahora que pasó esto la autoridad se dio cuenta que hay gente con mucha necesidad. Es lamentable que cada día abra el computador y veo que se ha muerto un vecino, pero hay gente que sale a trabajar para ganarse al pan, nosotros igual, pero igual los casos van aumentando”, reflexiona.
Carrillo enfatiza que la pandemia desnudó la desigualdad social que él palpó desde pequeño en este país.
“Ha quedado al descubierto todas las desigualdades que estaban tapadas. Ahí te das cuenta que las autoridades solamente tienen su mirada hacia arriba, no bajan a las comunas pobres, por eso el ministro Mañalich declaró que no conocía el nivel de hacinamiento de las familias, tampoco los asesores. Tengo un tío en Argentina de 78 años y me contaba que allá estaban bien porque el gobierno los mandó a cuarentena, pero los trasladaban en vehículos para pagarles sus pensiones y abastecidos, acá se privilegia más el tema empresarial que lo humano y por eso está la embarrada, es tremendo lo que pasa en Santiago. Unos primos que trabajan en el hospital me dicen que les pasan dos mascarillas para todo el día. Mi prima se contagió y no quiere volver. Tiene mucho miedo porque realmente no están todas las condiciones”, sentencia Ricardo Carrillo, quien, en vísperas del Día del Padre, ruega cada noche, para que su viejo y sus cercanos contagiados de coronavirus, ganen esta batalla con la misma garra y convicción con la que él le ganó a la vida en medio de los campamentos que rodearon su niñez.