Enoturismo en Itata
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El Valle del Itata es la cuna del vino chileno, sin embargo, el desarrollo del enoturismo en esta zona es aún incipiente, muy distinto a lo que ocurre en los valles de Colchagua, Casablanca o Maipo, favorecidos por su cercanía a Santiago, fuente de las mayores emisiones de turistas y tránsito de los visitantes extranjeros.
Sin embargo, el éxito de los destinos mencionados no se puede atribuir exclusivamente a su ubicación. En ellos ha existido un trabajo constante y planificado.
En el caso de Itata, donde la regla son pequeñas viñas campesinas, la oportunidad de generar nuevos ingresos a través del enoturismo, vale decir, la venta de botellas a los visitantes, cobra especial relevancia, pues en la venta in situ la utilidad del productor puede llegar hasta el 90%, a diferencia de los canales de comercialización, donde bordea el 50%. Es, sin duda, una buena oportunidad para los pequeños viticultores, cuyos volúmenes no son suficientes para exportar o para entrar al retail.
Actualmente, en Chile, más de 150 bodegas están abiertas al público. En Itata, registradas hay 15, aunque según la Seremi de Economía de Ñuble serían 30. Es justo reconocer también el esfuerzo público-privado que se ha hecho en la última década para levantar la oferta de valor de los emprendedores locales y luego realizar una difusión conjunta, a nivel regional, nacional e internacional, con un relato unificado del Valle del Itata.
Pero ciertamente, el negocio aún está en pañales, y no bastará con que decenas de bodegas hagan degustaciones para levantar el turismo en la zona. El paso necesario para construir una ruta del vino y desarrollar el enoturismo en el valle del Itata es la agregación de valor y la asociatividad, pues cualquier esfuerzo individual resultará inútil.
Y no se trata solo de una asociatividad entre viñedos, sino que con otros emprendimientos complementarios, por ejemplo, en gastronomía, alojamiento y servicios turísticos. En ese sentido, desde una perspectiva territorial, dicha asociatividad también podría darse con otros destinos, como las Termas de Chillán y Cobquecura.
Y si se trata de desafíos, se debe mejorar la infraestructura pública y privada, para lo que se requiere compromiso y voluntad de autoridades y representantes políticos, por ejemplo, para generar nuevos accesos al valle en la nueva concesión de la Autopista del Itata, pavimentar rutas interiores y analizar nuevas formas de facilitar su conectividad ferroviaria y aérea.
En cuanto al negocio, no se trata, en ningún caso, de emular los modelos de los valles centrales ni de construir grandes salones de recepción de visitantes. Los turistas que buscan experiencias y tienen algún grado de afinidad con el vino, esperan encontrar autenticidad y en ese contexto, en Itata la oferta es única.
La destacada participación que tuvo Ñuble en la reciente tercera versión de los Premios Enoturismo Chile (Viña Prado de Portezuelo ganó la categoría Viña Emergente y Viña Mujeres Itata de Ránquil lo hizo en la categoría Mejor Experiencia Enoturística) confirma que la enogastronomía, la calidad de servicios y el valor patrimonial de las tradiciones que se conservan hasta hoy, hacen el maridaje perfecto para un relato que no ofrece ninguna otra zona vitivinícola chilena.