Polémica y críticas provocó el anuncio respecto a la postergación de la vacuna contra el Covid-19 para las personas que padecen enfermedades crónicas y comorbilidades. La inoculación para este grupo de riesgo estaba programada en un principio para el 22 de febrero, pero el gobierno decidió aplazarla por dos semanas.
“La semana seis de vacunación, que comienza el 8 de marzo, vamos a incorporar también a los enfermos crónicos y a las personas con comorbilidades”, dijo el Presidente Sebastián Piñera.
La modificación del calendario de vacunación de este segmento, que al igual que los adultos mayores están más vulnerables a las consecuencias del virus, se dio luego que se decidiera adelantar la inmunización para los profesores, con miras al retorno a clases presenciales en marzo.
El retraso de la vacuna contra el Covid no dejó indiferente a este grupo de riesgo en Ñuble, quienes piden ser priorizados ante el temor de contraer la enfermedad, ya que si bien, tienen las mismas probabilidades de contagiarse que una persona sana, la forma en que el virus los afecta es diferente, ya que se pueden generar cuadros mucho más graves.
Según el Servicio de Salud, en la región existen aproximadamente 39.962 personas entre 18 y 59 años con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, dislipidemia, asma y otras patologías crónicas respiratorias.
Tal es el caso de Rosa Sepúlveda, de 57 años, quien sufre de hipertensión arterial, asma crónica y hace unas semanas le diagnosticaron artritis. Considera que aplazar la inmunización sólo los sigue exponiendo ante el Covid-19.
“Encuentro que el gobierno se ha dejado estar con las personas que tenemos enfermedades crónicas porque somos de alto peligro. Yo al menos estaba súper contenta cuando empezaron con la campaña de vacunación y nos dieron una fecha, después cambiaron la fecha y ahora lo que están haciendo con el calendario es que todos los días lo están cambiando, es como un juego, yo estoy en peligro, trato de cuidarme, vivo encerrada pero también tengo la necesidad de salir a comprar cosas para comer, entonces ando sugestionada porque ya yo debí haberme vacunado”, señala.
Su mayor temor es contagiarse, terminar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y requerir apoyo de ventilación mecánica.
“Me quiero vacunar porque sé que si me contagio de Covid no me dará tan fuerte y a lo mejor no voy a tener la necesidad de caer en las máquinas de ventilación, porque soy una persona hipertensa y ya los pulmones por el asma y todo el asunto no puedo respirar bien, y por eso pienso que si me llegase en estos momentos a contagiar sé que sería la primera en ocupar una cama UCI”, dice la chillaneja.
Además, cuestiona el hecho de que hayan dado prioridad a los profesores de 60 años en adelante, pues asegura que los docentes a esa edad no trabajan activamente en los establecimientos, al contrario, ya están jubilados.
“No le dan prioridad a los profesores jóvenes como mi hija de 33 años que tiene que viajar a San Carlos porque allá tiene su trabajo y todo lo que se expone en andar en bus, y más encima aún no la vacunan, entonces todo esto es harto riesgoso para todos, y el gobierno lo toma tan a la ligera, en ese aspecto estoy terriblemente preocupada”, agrega.
Rosa trabajaba como asesora del hogar, y debido a la pandemia quedó cesante en marzo de 2020, y desde entonces se ha preocupado de resguardarse siguiendo las medidas de autocuidado por su salud y la de su mamá de 79 años, quien vive en su domicilio ubicado en la Villa Monterrico.
“Lo único que les pido a las autoridades es que por favor se pongan la mano en el corazón y vean que soy necesaria en mi casa para poder ayudar a mi madre que es una persona adulta mayor, entonces les pido que por favor incorporen lo antes posible a todos los que somos enfermos crónicos porque ya la edad, con toda una vida trabajando ya la salud cada día se va empeorando, en vez de sentirse mejor uno se está sintiendo peor”, sostiene.
“Nos queremos vacunar”
Norma Arteaga Méndez, de 48 años, padece de hipertensión y resistencia a la insulina, tenía la esperanza de que podría acceder a la vacuna a partir del 22 de febrero, para sentirse más segura y reducir eventuales riesgos mientras trabaja cuidando a una adulta mayor y a niños.
“Vi en las noticias que los crónicos íbamos a estar en espera todavía y casi me morí con la noticia. De partida yo trabajo cuidando a un adulto mayor de 86 años, a quien ya vacunaron. Me preocupa también porque tengo unos niñitos a cargo y me quiero vacunar para reducir los riesgos. Uno sale todos los días a trabajar y eso me preocupa un montón”, destaca.
Opina que la programación para inmunizar contra el SARS-CoV-2 debe agilizar la aplicación de las dosis para las personas que padecen enfermedades crónicas y que están por debajo de los 60 años.
“Tengo temor de que nos sigan echando para atrás y nos quedemos sin vacuna, porque ya de partida los pacientes crónicos somos muchos y como nos ven relativamente jóvenes nos dejen por fuera y eso sería bien complicado y ya eso me da como susto”, añade Norma.
Las medidas de prevención se convirtieron en parte de su día a día, tanto en el hogar como el trabajo, con la finalidad de mantener a raya al Covid. Siempre usa mascarilla, mantiene la distancia física y evitar saludar con besos y abrazos.
“Solo salgo de mi casa a la casa de la abuelita que queda a pocos paso de mi casa, y de su casa retorno directo a la mía, ocupo mascarilla, tampoco la saludo de besos y abrazos como lo hacíamos antes, desde que empezó esta pandemia todo es de lejitos, cada vez que llego me lavo las manos y a la gente que llega a verla le exijo el lavado de manos, nada de besos a la abuelita y conversando bien lejitos porque al final si la contagian a ella, me van a contagiar a mí y no me van a servir de nada mis protocolos”, subraya Norma, agregando que en su domicilio tienen como costumbre pasar directo a la ducha cada vez que llegan de la calle, ya que también se preocupa de que su esposo, que tiene problemas pulmonares tampoco se contagie. “También es crónico, cada vez que se resfría le ataca los bronquios”.
Espera que la vacuna permita a un gran número de personas que están sin trabajo o sin recibir salarios producto de la pandemia, puedan poder reactivarse laboralmente.
“Nosotros somos conscientes de nuestros riesgos y la mayoría de los pacientes crónicos queremos vacunarnos y tenemos ese miedo de que ya vamos a cumplir cuatro semanas en cuarentena y si no nos vacunamos los contagios van a seguir subiendo cada día. Yo tengo la posibilidad de trabajar cerca de mi casa, pero conozco harta gente que están con trabajo pero sin sueldos en este tiempo y sería bien que nos vacunáramos todos para empezar ya a eliminar este virus”, indica.
Comedor solidario
En el sector Real Colonia de la población Vicente Pérez Rosales, Carmen Gloria Garrido, tiene más de 11 meses, el mismo tiempo que lleva la pandemia, prestando ayuda en el comedor solidario que recibe a 120 vecinos de lunes a viernes.
Considera que es vital recibir la vacuna contra el Coronavirus ya que siempre está en contacto con personas, además, de sentirse vulnerable por su enfermedad.
“Creo que debemos ser priorizados porque es importante que tengamos la vacuna para poder estar con mayor protección, y además que estoy en un comedor solidario, atendemos a 120 personas de lunes a viernes, también tenemos harto adulto a mayor que van a buscar su comida por lo que necesitamos mayor resguardo para que no les pase nada a ellos ni a nosotros”, relata Carmen, quien tiene 46 años y es hipertensa.
Mientras desarrollan las labores en el comedor solidario se cuida usando elementos de protección: mascarilla, guantes, delantales, alcohol gel, y cubren con nylon el lugar donde los vecinos retiran los alimentos. “En la casa también nos protegemos, usamos harto alcohol, cloro, lavado frecuente de manos”, agrega.
Respecto a la calendarización de las vacunas para pacientes crónicos, señala que debe existir mayor preocupación para que este segmento reciba las dosis contra el virus, que puede llegar a ser fatal.
“Que se preocupen de los pacientes crónicos porque igual nos hace falta y también tenemos derecho a recibir la vacuna porque somos del grupo de riesgo. Además, creo que las personas que colaboramos en los comedores solidarios también deberían ser priorizados porque trabajamos con harto público y sería bueno que estuviéramos más protegidos”, recalca Carmen.