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Los escasos datos oficiales de endeudamiento en Ñuble ubican a la región en torno al promedio del país, sin embargo, según expertos, la mayor preocupación radica en la morosidad asociada a ese endeudamiento.
“Como la Región de Ñuble es relativamente nueva, aún no han aparecido estadísticas de carácter nacional que permitan comparar a la región respecto a otras. Sin embargo, podemos utilizar datos proporcionados por la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) que corresponden a la Región del Biobío (y que incluye a la ex Provincia de Ñuble) a modo de aproximación”, manifestó el académico de la Escuela de Administración y Negocios de la Universidad de Concepción (EAN UdeC), Carlos Delgado.
El profesional sostuvo que de acuerdo a las estadísticas de la CMF, “a junio del 2018, Biobío presentó una mediana de deuda financiera bancaria de $2.960.148, la segunda más baja del país, después de la Región de La Araucanía. El patrón es el mismo si consideramos la mediana de la deuda no bancaria, que fue de $1.900.586, siendo igual la segunda más baja del país. Si analizamos la carga financiera (porcentaje del ingreso mensual destinado al pago de deudas) promedio de los clientes bancarios de Biobío, corresponde a casi un 28% estando dentro del promedio nacional. Sin embargo, teniendo en cuenta que Ñuble es la segunda región más pobre de Chile, el sobreendeudamiento claramente es un tema que hay que abordar”.
En esa línea, Delgado subrayó que “de acuerdo a los resultados de la última Encuesta Financiera de Hogares (EFH) del Banco Central, el sobreendeudamiento se concentra en las familias pertenecientes a los deciles de ingresos más bajos, y con mayor número de integrantes. Además, este problema es mayor en hogares cuyo jefe de hogar tiene menos años de educación, y junto a ello hay diferencias de género, siendo más desfavorables para el caso de hogares cuya jefa de hogar es mujer”.
Consultado por los bajos salarios como un factor del sobreendeudamiento en los sectores más vulnerables, el académico de la EAN UdeC reconoció que “claramente, los bajos salarios son una causa relevante. Si estimamos un presupuesto estándar para una familia donde uno de los integrantes recibe solo el sueldo mínimo, los gastos son mayores a aquel ingreso. Esto es coherente con los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del INE, que indica que en los quintiles de ingreso más bajos, las familias en promedio gastan más de lo que perciben. Sin embargo, no basta solo con solucionar el tema de los salarios, esto tiene que ir acompañado de políticas que incentiven una mejor conducta financiera en la población y mayor transparencia en el sistema financiero”.
Morosidad
En la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad San Sebastián han estudiado por varios años el comportamiento de la morosidad en Chile. Su jefe de carrera, Luis Felipe Slier, advirtió que es clave diferenciar endeudamiento de morosidad. “El endeudamiento en sí no es malo, porque te permite crecer, por ejemplo, para adquirir una casa o un auto, lo que es malo es la morosidad, y esa se produce cuando dejas de pagar tres cuotas por diversas razones, y ahí caes a un registro, que hoy maneja la empresa Equifax, que es la que nos entrega los datos para nuestros estudios”.
El académico advirtió que “la morosidad ha ido subiendo en los últimos años, y eso es lo que nos preocupa, y eso ha ocurrido por diversas razones, como el comportamiento de pago, el comportamiento de endeudamiento”, aunque reconoció que está también muy asociado a los niveles de cesantía.
“Entre 2015 y junio de 2019, que es el último corte que hicimos, pasamos de 3,5 millones de personas en morosidad, a 4,5 millones, lo que es muy alto. El incremento en estos cuatro años es de casi un 30%, y en estos años lo que ha pasado es que los salarios no han tenido un reajuste lo suficientemente fuerte, y eso se nota, por ejemplo, con lo que pasó a partir del 19 de octubre, con las protestas”.
El investigador precisó que aún no existen datos desagregados para la Región de Ñuble, sin embargo, apuntó que la mayoría de las comunas de la nueva región tienen altos niveles de cesantía, un factor clave de la morosidad. De esta forma, se podrían dar tasas de morosidad tan altas como las observadas en Lota (54 de cada cien habitantes mayores de 18 años) o Talcahuano (45).
En ese contexto, expresó que la morosidad, si bien se asocia a la cesantía o a eventos que llevan a la cesación de pagos, el principal factor radica en el comportamiento de consumo, donde la llamada “bicicleta financiera”, en que se usa una tarjeta para pagar la deuda de otra, se ha convertido en un ciclo sin fin, “y si en algún minuto pierden el trabajo, los pilla y dejan de pagar”.
En ese punto, la fragilidad del mercado laboral vuelve a aparecer como un elemento condicionante. “Uno de los temas es la fragilidad y lo poco flexible del mercado laboral”, acotó, aunque por otro lado hay sectores donde los ingresos no alcanzan para vivir “y la gente termina comprando la comida a tres cuotas en el supermercado”.
Educación financiera
Asimismo, Slier apuntó al comportamiento de endeudamiento de las personas como un elemento clave. “Hay comportamientos de endeudamiento que dicen relación con que muchas personas tienen acceso muy fácil a deuda, por ejemplo, en las multitiendas, entonces, hay muchas personas que tienen una cultura de consumo, es decir, que consume mucho más allá de sus capacidades, entonces se endeudan a 24 cuotas y ahí se les aplica la tasa máxima convencional, entonces tienes una tendencia de consumo en la cual la llave debiese ser la educación financiera, y ahí hay un tema súper relevante, porque yo me puedo endeudar en la medida que tengo ingresos seguros durante un tiempo determinado”.
En esa línea, el académico destacó el trabajo de educación financiera que están realizado con estudiantes de Ingeniería Comercial en los colegios, específicamente con alumnos de segundo y tercero medio. Ello, según comentó, es porque “el Estado no lo está haciendo. Si bien existe la modificación curricular que pretende instalar la educación financiera, todavía no se hace”.
Por su parte, Carlos Delgado, quien también ha trabajado en este tema, coincidió en que “la educación financiera es relevante para evitar o mitigar el sobreendeudamiento. Si bien pienso que hay un tema de bajos ingresos que como país tenemos que solucionar, es posible que muchas familias, ante una mejoría en sus entradas financieras, no diseñen de manera eficiente una nueva estructura de gastos, lo cual desencadenaría en elevar el endeudamiento, principalmente por temas de desinformación y carencia de autocontrol”.
El académico de la EAN UdeC agregó que “si bien el Estado ha realizado esfuerzos en cuanto a educación financiera, principalmente a través de la CMF, creo que aún no han sido suficientes como para generar un impacto significativo en empoderar a la población y mejorar su conducta financiera. Las políticas principalmente han sido hasta ahora en el sentido de apuntar a grupos limitados de personas, y pienso que es necesario llevar a cabo políticas de carácter más transversal y estructural. Opino que deben realizarse esfuerzos por incorporar intensivamente la educación financiera en todos los niveles educativos (básica, media y superior), y en todos los años, orientada no solo a entregar conocimientos, sino también a generar instancias pedagógicas que incentiven una mejor conducta, como por ejemplo, formar hábitos de ahorro, realizar presupuestos, etc. No basta con solo realizar talleres de forma aislada, sino que deberían ser permanentes y masificados”.
Estallido social
A partir del estallido social, donde el sobreendeudamiento ha asomado entre las preocupaciones de los manifestantes, Delgado postuló que “la solución debería ir en tres direcciones: Primero, en una mejora de los ingresos en los deciles más bajos. Sin embargo, esto debería realizarse teniendo en cuenta la estructura de gastos de las familias. Las necesidades de financiamiento son distintas si tenemos el caso de una persona soltera y sin hijos que percibe una renta de 400 mil pesos mensuales, respecto a una persona con tres hijos recibiendo la misma renta. Pienso que debería evaluarse aumentar significativamente los montos de las asignaciones familiares por parte del Estado, y al mismo tiempo propiciar las condiciones en el mercado para que el salario mínimo pueda llegar en algún momento a un nivel que permita solventar los gastos necesarios sin estar obligado a incurrir en deuda”.
En segundo lugar, afirmó que “hay que generar políticas orientadas al mejoramiento de la educación y conducta financiera de los deudores. Esto debería formar parte de manera más activa en la educación básica y media. Aspectos elementales como cotizar distintas alternativas, realizar presupuestos mensuales, formarse metas financieras de mediano y largo plazo, saber interpretar la información disponible como los estados de cuenta de las tarjetas de crédito, etc., son necesarios para empoderar al consumidor financiero”.
“Y finalmente -continuó el académico UdeC-, los acreedores son un actor relevante en la materia. Se debe seguir fomentando una cultura en que el acreedor perciba que si los deudores son estables y solventes financieramente, eso les beneficia a ellos en un horizonte de largo plazo. Hay que generar incentivos para que el acreedor participe y colabore constructivamente para que sus clientes morosos tengan las condiciones para cumplir sus obligaciones atrasadas. Al mismo tiempo, se debe fortalecer la transparencia en el sistema financiero y regular aspectos que, muchas veces, por descuido u olvido del cliente, y/u omisión del acreedor, hacen que el deudor tenga que pagar gastos adicionales”.
Consultado por la facilidad de acceso al crédito y la conveniencia de regularlo, Delgado expuso que “el acceso crédito en sí no es malo, ya que permite a las personas absorber descalces temporales entre ingresos y gastos; pero cuando el nivel de endeudamiento llega a ser elevado, puede afectar la capacidad de los hogares para cumplir sus compromisos de pago, y estar más vulnerables ante situaciones imprevistas. Creo que lo más apropiado es optar por una mayor regulación, y tener cuidado especial con los montos máximos ofrecidos como préstamo. Es importante que los montos de crédito autorizados sean coherentes con la capacidad de pago de los clientes, de lo contrario, ellos podrían verse en una situación de morosidad, lo cual en el largo plazo afectaría a los ingresos futuros de las mismas empresas acreedoras”.